El niño adoptado

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Por Manuela López Serra

El niño ha empezado su recorrido vital mucho antes del momento en que llega a su familia adoptiva. Cuando un niño es adoptado, la nueva familia adopta también su historia anterior, desde su concepción hasta su adopción.

Leyendo a Eva Giberti; “lleva una historia de vínculos y un psiquismo más o menos estructurado según su edad”. Esto quiere decir que ha aprendido unos modelos relacionales y de trato que, en el momento de ser adoptado, trasladará a su nuevo entorno, porque ésa es la única manera que conoce para relacionarse con el mundo.

El niño adoptado no pasa a ser otro cuando llega a la familia; empezó a crecer en un orfanato o en una familia de acogida. Desde el momento en que empieza a vivir en familia, sus padres tendrán que ayudarle a continuar creciendo, pero reparando primero todas las posibles carencias que su historia previa le ha originado.

Citando a Mirabent y Ricart; “la experiencia previa del menor viene marcada por las pérdidas (de sus progenitores y de las figuras de referencia que lo han cuidado) y por las carencias afectivas que comporta el hecho de haber estado institucionalizado en un centro, hecho que dificulta la adecuada atención a sus necesidades individuales.

En relación a las carencias psíquicas y emocionales; Boris Cyrulnik nos explica cómo toda privación del entorno afectivo detiene el desarrollo de los seres que necesitan de un vínculo afectivo para poder desarrollarse. Dicho vínculo proporciona seguridad. La ausencia del mismo hace que los niños sufran serias e intensas reacciones de separación.

Es importante no olvidar que, las condiciones socioeconómicas de los países provocan que muchos orfanatos presenten precariedad de medios influyendo así, en las condiciones de vida de los menores. Podemos encontrar problemas físicos tales como; déficits nutricionales, trastornos del desarrollo, lesiones cutáneas, trastornos alérgicos, trastornos endocrinos y enfermedades infecciosas.

El estado del niño dependerá de la cualidad humana de la familia y de las condiciones que le hayan podido ofrecer. Los niños procedentes de familias de acogida han recibido amor y estimación y un mínimo de cuidados, siempre teniendo en cuenta la realidad de cada país. Estos niños han tenido la oportunidad de establecer relaciones personales más individualizadas y vínculos afectivos más sólidos; es decir, relaciones personales con cierta exclusividad, significativas y distintas a todas las demás.

A pesar de que el menor deba hacer una separación dolorosa de la familia de acogida, podrá volver a establecer en el futuro, con más profundidad y celeridad, nuevos vínculos afectivos, puesto que, ya los tienen interiorizados. Si el menor se ha sentido amado y protegido, podrá volver a sentirse así.

Imagen| Adopción
Vía| El niño puede sobrevivir sin traumas si no se le culpabiliza. Boris Cirulnyk
Vía| Adopción. ¿Cómo hablar con los hijos? Eva Giberti

Fuente: Qué Aprendemos Hoy

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