El desplome de las adopciones

comunitat valenciana

El aumento de los tiempos de espera, el cierre de fronteras de muchos países, y hasta la crisis económica. Varias son las razones que tratan de explicar el desplome que han sufrido las adopciones en la Comunitat en los últimos años, un problema que afecta tanto a los más pequeños, que ven prolongadas sus estancias lejos de un ambiente familiar adecuado; como a los futuros padres, que esperan cada vez con más impaciencia la llegada de su hijo.

De hecho, en sólo dos años, el número de las adopciones que fructifican en la autonomía valenciana ha caído a prácticamente la mitad. Frente a las 303 que se llevaron a cabo en 2011, el pasado año sólo se concretaron 190 y el ritmo sigue a la baja. En los seis primeros meses de este año únicamente 81 niños han encontrado padres adoptivos en la Comunitat.

Sin embargo, la mayor parte de culpa de este acuciado descenso la tienen los países de procedencia de los pequeños, puesto que las adopciones internacionales se han reducido de las 202 de 2011 a las 99 del pasado año. Y este ejercicio los datos todavía son más desesperanzadores: en el primer semestre del año sólo se han formalizado 28 adopciones de niños extranjeros, según los datos facilitados por la Conselleria de Bienestar Social.

Por contra, parece que las adopciones nacionales han comenzado a recuperarse levemente. En 2011 se llevaron a cabo 101, al año siguiente la cifra se redujo hasta las 91, pero en lo que llevamos de año se han formalizado 53 adopciones de niños nacionales. De seguir este ritmo, se superarían, incluso, las cifras de 2011.

Desde la conselleria concretaron, además, que en estos momentos «no hay niños a la espera de ser adoptados, salvo 18 menores con necesidades especiales». La mayor parte de estos niños superan los seis años de edad y cuentan con alguna discapacidad física, psíquica o sensorial. En algunos casos, lamentablemente, no ha podido concretarse la adopción por problemas de acoplamiento del menor con la familia, según señaló la directora general del Menor, Rosa Aragonés.

Por otra parte, también ha caído el número de futuros padres y madres que desean un hijo adoptivo. En concreto, en la Comunitat, se formalizaron 850 solicitudes de adopción en 2011, mientras que un año más tarde, esta cantidad cayó hasta las 717. De enero a junio de 2013, sólo 298 personas se han inscrito para tratar de adoptar a un niño, por lo que, de continuar esta tendencia, no se llegarían ni a las 600 peticiones a final de año. Paradójicamente, y pese a que cada vez hay menos solicitantes, el tiempo de espera no para de crecer.

¿A qué se debe este continuo descenso tanto en adopciones como en solicitudes? Para la asociación de familias adoptantes de la Comunitat Valenciana, conocida como Adopta2, las razones son múltiples, aunque tres destacan por encima de las demás: el endurecimiento de las normas que facilitan la adopción en los principales países de origen (China, Rusia y Etiopía); el cada vez mayor tiempo de espera, que lleva a muchos interesados a «tirar la toalla»; y el aumento de las dificultades económicas de las familias valencianas durante los últimos ejercicios.

En relación a las listas de espera, desde Adopta2 comentaron que en 2006 y 2007 «las familias tenían que esperar, de media, unos tres o cuatro años, como máximo. Ahora casi es el doble y el periodo sigue alargándose, sobre todo de las adopciones nacionales». Aunque precisar las razones exactas de esta dilatación del tiempo «es complicado», al menos en las adopciones internacionales está influyendo directamente el incremento de las restricciones que fijan los países de origen. El caso de Rusia es especialmente llamativo. La animadversión que el gobierno de este país ha venido manifestando por los matrimonios homosexuales le ha llevado a suprimir las adopciones monoparentales de ciudadanos en cuyos países de origen están legalizadas las uniones de parejas del mismo sexo, llegando a revocar la preasignación de un niño a una familia que, incluso, había llegado a conocerlo. En Vietnam es necesaria una declaración jurada de que no se es homosexual y en Colombia han empezado a revocar adopciones a gays. Incluso hay países que exigen que las familias tengan unos ingresos mínimos.

Estas «medidas de cierre» ha llevado a que, por ejemplo, «la lista de espera en China sea de siete años, y en Rusia o Etiopía ahora ya ni se sabe. Antes, las adopciones internacionales tenían un plazo de cinco o seis años, como máximo», lamentaron desde Adopta2.

Los padres, más mayores

«Y si tenemos en cuenta que cada vez somos más mayores cuando decidimos ser padres, como las esperas son cada vez más largas, bastante gente se plantea si no será demasiado mayor cuando le entreguen al niño y muchos tiran la toalla», añadieron desde la entidad.

La crisis y, en concreto, la pérdida del puesto de trabajo es otro de los factores que ha acelerado el desplome de las adopciones, sobre todo del número de peticiones. «Hay que tener en cuenta que el proceso de adopción internacional también tiene un importante coste económico añadido», apuntaron.

A nivel nacional, «para que la Administración declare en desamparo a un menor, y retire la tutela a sus padres biológicos, debe agotar todos los recursos, y esto también influye a la hora de alargar los plazos». De hecho, el tiempo de espera en las adopciones nacionales ha pasado de cinco a entre ocho y diez años comparando 2009 con 2013, según fuentes de Adopta2.

Por tanto, no todo es ‘querer’, también hay que ‘poder’, y no sólo económicamente. Los futuros padres tienen que conseguir el denominado certificado de idoneidad, una resolución administrativa que declara a los solicitantes aptos y adecuados para el ejercicio de la paternidad o maternidad adoptiva, en beneficio del menor que será su hijo.

Para obtener este documento, las familias deben superar una serie de entrevistas y de visitas en su propio domicilio de especialistas, que determinarán la idoneidad de los futuros padres y su entorno. Tras ello, deben realizar unos cursos de preparación «con la finalidad de ayudar a los padres a minimizar las dificultades de adaptación entre personas desconocidas», precisaron desde Bienestar Social.

Las cifras de menores acogidos sí que aumentan

Por otra parte, la Generalitat también tiene mecanismos para cuidar a los menores en situación de desamparo cuya tutela, por diferentes motivos, ha sido retirada a sus padres, tanto de forma temporal como permanentemente. Para ello, ha generado una herramienta, denominada acogimiento familiar, con la que trata de que los menores en esta situación vivan en las mejores condiciones posibles.

Según el último dato oficial, a 30 de junio de 2013, en la Comunitat hay 2.695 menores en situación de acogimiento familiar, 70 más que a finales de 2012. De ellos, el 80 por ciento se encuentra acogido por la familia extensa (abuelos, tíos, etc.) y el resto, 529 niños, por las denominadas familias educadoras, cuyo número se ha incrementado desde las 575 inscritas en 2011 a las 711 actuales.

Sin embargo, desde la Asociación de Voluntarios de Acogimiento Familiar (AVAF) de la Comunitat creen que este colectivo no recibe el suficiente apoyo por parte de la Administración. «Las partidas destinadas a difusión y captación de familias se redujo a la mitad en 2011, y ha desaparecido en 2012 y 2013, las ayudas que perciben las familias, en la actualidad 250 euros al mes por niño, se han ido reduciendo y la formación que reciben es bastante escasa», lamentaron.

Desde AVAF aseguran que «cada vez hay más niños en residencias de acogida y menos en familias, en contra de la tendencia de toda Europa», por lo que reclaman más implicación de la Generalitat con este recurso pionero valenciano, puesto que la Comunitat fue la primera que lo adoptó y el modelo se exportó al resto de autonomías. También quieren que los menores de seis años siempre sean acogidos por familias.

Fuente: La Verdad.es

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