Adopciones en China: un ‘exhaustivo’ examen previo; un seguimiento mejorable

una-fila-de-zapatos-pertenecientes-a-huerfanos-de-la-fuyang-aids-orphan-salvation-association-en-china-reuters

Rocío (nombre ficticio) tiene 9 años. Vive en España, donde llegó hace cinco. Está “perfectamente adaptada” a su entorno, a su familia y a su país. Y cada sábado, “para que mantenga sus raíces”, va a clase de su idioma natal con otras niñas de su mismo origen, chino. Porque Rocío es adoptada. Como lo fue, hace más de una década, Asunta, la chiquilla de 12 años hallada muerta hace una semana en Teo (A Coruña), y que fue, según algunas informaciones, la primera niña china adoptada en Santiago. Ante la tragedia de Asunta, el padre de Rocío, Carlos, no puede evitar hacerse preguntas: “La clave tiene que estar en el certificado de idoneidad. ¿Tendría que ser diferente, más severo?

Se refiere a una certificación, suscrita por las autoridades de cada comunidad autónoma que, entre otras muchas exigencias, tienen que obtener los candidatos a una adopción internacional. Se consigue tras un examen realizado por un psicólogo y un trabajador social “con la finalidad de determinar si estos poseen las capacidades necesarias para satisfacer las necesidades específicas de los niños susceptibles de adopción”, según detalla el Portal Gallego de Adopciones.

¿Hay que mejorarlo, como se plantea el padre de Rocío? “La respuesta es que las valoraciones son razonablemente rigurosas. Los profesionales nos hicimos esa misma pregunta hace 20 años, y desde entonces estamos en ese camino”, contesta Juan Alonso Casalilla, psicólogo experto en adopción y coautor del Manual para la valoración de la idoneidad en adopción internacional, editado por la Comunidad de Madrid.

Un certificado con fecha de caducidad

Los padres de Asunta son, hasta que el juez no dicte lo contrario, inocentes de su muerte. Sin embargo, en los medios se ha destacado el hecho de que fuera adoptada, muy a pesar de la mayoría de los padres que han conseguido o que están pendientes de adoptar en China. El proceso es arduo: en la actualidad puede alargarse más de siete años e incluye requisitos como unos ingresos de más de 10.000 dólares (más de 7.300 euros) por cada miembro de la unidad familiar (incluido el futuro adoptado) y propiedades por otros 80.000 (casi 60.000 euros). En 2011, se formalizaron 677 adopciones en China, y se estiman en menos de medio millar las del pasado año. “No conozco el caso de la niña gallega, pero es difícilmente atribuible a una mala evaluación inicial. Pudo haber un error de predicción, pero es importante tener en cuenta que nosotros siempre valoramos la situación actual de los candidatos a la adopción», recalca Casalilla. «De hecho, el certificado tiene una validez de tres años, aunque algunos propusimos incluso que se rebajara a un año, puesto que las circunstancias personales cambian. Entre los profesionales hay mucha conciencia del rigor con el que hay que llevar a cabo esta evaluación”.

Los criterios con los que se lleva a cabo este examen son, en esencia, los mismos en todo el país, aunque hay detalles que varían por comunidades autónomas: en algunas, por ejemplo, los técnicos provienen siempre de la propia administración -es el caso de Galicia-, mientras que en otras, como en Madrid, pueden ser también psicólogos del Turno de Intervención Profesional en Adopción Internacional (Tipai). La Xunta de Galicia ha remitido a este periódico a la información que aparece en su web sobre los trámites y no ha querido detallar más allá cómo se realiza en la práctica. “Sus equipos hacen un trabajo exhaustivo, no me cabe duda. Se lo toman muy en serio. No hay ‘fábricas de churros’ en las idoneidades”, sentencia muy gráficamente Mamen García, directora de Piao Galicia, una de las Ecai (Entidades Colaboradoras de Adopción Internacional) acreditadas en esta comunidad para los trámites en países como China o Etiopía.

En Galicia, las familias que quieren optar a una adopción internacional han de pasar primero por una sesión informativa y un curso de formación. Luego deben presentar la solicitud de idoneidad, acompañada de abundante documentación, que incluye un certificado sobre su salud física y psíquica. Más tarde, actúan los equipos de psicólogos y trabajadores sociales, en un proceso que, desde la primera entrevista, puede llevar cuatro o cinco meses. Como poco, se realizará una -suelen ser varias- y una visita al domicilio, y también diversos test. “Se hacen todas las entrevistas y pruebas que haga falta. Ante cualquier duda, llegan hasta el fondo, y de hecho de un tiempo a esta parte se han incrementado las valoraciones negativas de cara a la idoneidad. Probablemente no hay un mecanismo mejor”, asegura García.

Características psicológicas

“Respecto a las características psicológicas de los solicitantes cobra especial importancia, más que descartar una posible psicopatología , determinar si están presentes aquellas que favorecen la protección, crianza y socialización de un niño adoptado”, puede leerse en el manual antes citado. Aun con eso, “en el examen las psicopatologías salen a la luz; no es el objetivo pero hay que evaluarlas”, sostiene Juan Alonso Casalilla, quien añade: “Cuando ocurre algo como lo que ha sucedido en Galicia, todo buscamos el error, pero es posible que nada haya fallado”.

Carlos, el padre de Rocío, mantiene esa sensación “de que a alguien se le ha escapado algo”, aunque asegura que en su caso la valoración -que se extendió más de un año- fue bastante dura, con muchas charlas, muchos encuentros e incluso alguna visita sin previo aviso del trabajador social. De “muy profunda” la califica Ascensión Rodríguez, madre de Ángela, una niña de origen chino, y Esther, que llegó desde Haití a la casa que comparten en Murcia. Y como “exhaustiva” la definen Carmen Rivero Domenech, psicóloga del Tipai de Madrid, y Asunción Romero, trabajadora social del mismo servicio y coautora del manual editado por la comunidad. Rivero define su trabajo como “tremendamente difícil” y admite que los profesionales de la adopción se han sentido “convulsionados” con el caso gallego: “Nuestro trabajo no es hacer un estudio psicopatológico, pero algo así creo que se hubiera detectado. Y hay que tener en cuenta el tiempo transcurrido desde la adopción de esa niña: en una década, a la gente le pueden pasar muchas cosas y hay problemas que están latentes y en un momento dado pueden aflorar”.

Tanto las asociaciones de adoptantes como muchos de estos profesionales critican que el drama de Asunta se utilice para cuestionar las idoneidades. De hecho, el punto menos férreo del proceso de adopción tal vez esté más en el seguimiento posterior, que, en el caso de China, incluye obligatoriamente seis nuevos informes: al cabo de uno y seis meses y de uno, dos, tres, cuatro y cinco años. “Quizá ahí es donde hay que aumentar la atención. En esto ocurre como cuando en un edificio no tienes suficiente mantenimiento. No se puede obligar a un seguimiento obligatorio, más allá del que piden las autoridades extranjeras, pero sí ahondar en el apoyo que se da aquí a las familias, en los mecanismos disponibles para los padres después de la adopción. Porque pueden surgir problemas de muchos tipos. La paternidad tiene sus claros y sus oscuros, aunque no se hable de eso”, concluye Casalilla.

Fuente: http://www.elconfidencial.com

Si este artículo te parece interesante, compártelo.
Facebook Twitter Plusone Linkedin Pinterest

Deja una respuesta