“Es lo mejor que te puede pasar”

Adopcion

En el Día de la Madre [Argentina], Liliana definió así a la Maternidad. Recordó el 24 de noviembre de 2004, el día en el que junto a Fernando se convirtieron en papás con la llegada de Román a su hogar.

“Nunca me vi embarazada”, asegura Liliana, y trata de descifrar por qué. “Tal vez Dios me estaba preparando para dar amor a hijos que nacieron de otra mujer”, conjetura. “Siempre dijimos que queríamos tener un hijo adoptivo, aún antes de saber que no podíamos concebir”, lanza en otro momento de la conversación, en vísperas del Día de la Madre.

Con emociones que la llevaron hasta las lágrimas más de una vez, Liliana (47) le puso palabras a su historia de mamá casi a dúo con su marido Fernando (46), bajo la tierna mirada de Román (9).

“Nos anotamos para adoptar justo cuando se abrió el Registro Único, y fuimos bendecidos porque Román llegó a nuestro hogar dos años después, muy rápido para los tiempos de ahora”, cuenta la mujer, y se remonta a aquel 23 de noviembre de 2004. “Nos citaron del juzgado pero no nos dijeron para qué hasta que no estuvimos ahí; al final resultó que la familia sustituta no lo llevó al nene ese día, así que tuvimos que volver a casa con las manos vacías”, recuerda Liliana.

Y Fernando acota: “volvimos a casa, comimos como pudimos, elegimos el nombre porque ya sabíamos que era un varón, y salimos a buscar una cuna y ropa, ¡no teníamos nada!”.

Al otro día (ninguno recuerda si pudieron dormir), el 24 de noviembre, la jueza les entregó al bebé que por entonces tenía ocho meses. “Había esperado tanto, que necesité que me dijeran ‘este es tu hijo’ para sentirme madre”, dice, para luego definir a la maternidad como “lo mejor que te puede pasar en la vida, es el súmmum”. Brotan lágrimas felices de sus ojos, y el niño la abraza dulcemente, la contiene.

Fernando también se emociona, y cuenta orgulloso que apenas lo alzó, el pequeño se durmió. “Me tocó la cara, se quedó dormido, y yo me sentí un papá elegido”, confiesa. Minutos antes lo había visto afuera del juzgado: “al instante supe que ese ‘chino’ era mi hijo”.

Román contornea en la hoja los anteojos de su papá, sigue por la nariz y luego por la boca. Sonríe tímido, sabe que tiene talento para el dibujo y quiere mostrarlo.
La ropa de aquel día permanece guardada en el cajón de los recuerdos más hermosos que alguien pueda atesorar. “Es parte de su nacimiento para nosotros”, reconoce Liliana, y considera que fue cuando se recibieron los tres: “nosotros de papás, y él de hijo”.

Historia. Román sabe que es hijo del corazón, y lo tiene muy asumido. Sueña con tener un hermano, y hasta se lo pidió a la virgen de San Nicolás en la última visita que hizo la familia al santuario. Sobre sus orígenes, fantasea con la posiblidad de que haya un gemelo suyo dando vueltas por ahí.

“También sabe que tenía otro nombre, y que Román es el que nosotros elegimos para él; cuando tenga 18 años puede acceder al expediente de su adopción, e intentar buscar a su madre biológica”, reitera Liliana, mientras refuerza que ellos lo acompañarán siempre y para todo.

Inconclusa. Sin embargo, otro intento de adopción permanece demorado en la familia Moyano. “Nos anotamos en 2006, cuando Román tenía dos años, pero hace un par de años nos llamaron para decirnos si no queríamos cambiar de sub registro e intentar con un niño más grande”, relata Liliana.

“Nos anotamos para 0 a 1 y para 2 a 3, pero no tuvimos novedades”, dice. Se miran, y Fernando confiesa que cree que esa será “la historia inconclusa”.

Fuente: http://www.diaadia.com.ar

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