¡Locos por Abby y su cromosoma extra!

Abby-panda-hat

Experiencias de una familia adoptiva que adoptó una niña con Síndrome de Down en China, extraído del blog de la Fundación Love Without Boundaries España

El día 17 de diciembre de 2010, mi marido Matt y yo decidimos dar el primer paso hacia la adopción. Llevábamos hablándolo desde agosto de 2004. Debido a la cada vez más larga espera para un niño sano de China, optamos por la vía de las «necesidades especiales». Habíamos pensado que nos ofreceríamos para una niña pequeña con fisura labiopalatina, pero nos encontramos y nos enamoramos de una niña de 12 años (Ashlyn) con fisuras labial y palatina operadas, que estaba a punto de hacerse demasiado mayor para la adopción y para ser parte de una familia para siempre.

Seis meses antes de viajar a China para adoptar a Ashlyn, estaba mirando una web de promoción de la adopción llamada «Reece’s Rainbow» y viendo las preciosas caritas de niños huérfanos con el Síndrome de Down. Había visto esta web cientos de veces pero ese día en concreto, una carita no hacía más que destacar y escuché la voz de Dios diciendome «esta también.» En ese instante supe que era nuestra hija. No podía ser una coincidencia que justo acabáramos de terminar nuestro expediente y que fuera el momento perfecto para añadir una segunda adopción a través de un rápido addendum a nuestro estudio psicosocial.

Nuestros días con Abby en China fueron increíbles. Nos llevamos una mochila llena de chupachups, de libros para colorear, de ceras y de pegatinas para el día en que nos la dieron, para que pudiera estar entretenida hasta que nos conociéramos un poco. Después de conocerla, nos quedamos alrededor de su cuidadora que la llevaba en brazos, y nuestra guía nos traducía a todos.

Nuestro hijo sacó su iPhone y se lo pasó a Abby. Ella se revolvió para bajarse de los brazos de su cuidadora y se sentó en el suelo viendo fotos que desplazaba muy bien con los dedos, sabiendo exactamente qué es lo que estaba haciendo.

Nos sentamos todos en el suelo alrededor suyo, mirándola y buscando formas para acercarnos a ella sin enfadarla o asustarla. Después de una media hora, empezó a abrirse a nosotros. Dejó a nuestra hija que le diera pegatinas y luego se turnaron para ponérselas la una a la otra. Cuando ya había pasado mucho rato, nos dimos cuenta de que nuestro grupo era el único que quedaba en el edificio y que todo estaba muy tranquilo. En ese momento Abby reía y correteaba por la habitación interactuando con nosotros. Salimos del edificio de la mano y desde ese momento nunca ha mirado atrás.

Abby nunca ha llorado o sufrido. Incluso durmió estupendamente nuestra primera noche juntas. Al principio sí tuvo algunos momentos de miedo cuando empezó a experimentar cosas nuevas, y realmente le costó bastante tiempo bajar la guardia y empezar a confiar en los varones de la casa, pero ha florecido en su nueva vida.

Nuestra mayor sorpresa al adoptarla es que es mucho más capaz de hacer cosas sola que lo que habíamos pensado. A pesar de la barrera lingüística inicial, y su falta de palabras en general, sabe comunicar sus necesidades y mostrar expresiones. Controla esfínteres, come sola sin mancharse, y se viste y se pone los calcetines y los zapatos prácticamente sola. Es cariñosa, se deja querer y es muy lista, sabe diferenciar lo que está bien de lo que está mal. Es una criatura de hábitos e imita todo lo que ve. Come genial, duerme genial, le encanta jugar y LE ENCANTA COMER. Todo el mundo la adora.

La parte más dura de ser padres de Abby es el tema no verbal. Hay momentos en que nos preguntámos qué será lo que pasa en esa preciosa cabecita suya. Estamos seguros de que hablará cuando esté preparada. Ya dice algunas palabras y balbucea alguna cosa de tanto en cuando, así que sabemos que puede hablar. Parece que es un problema del procesamiento del lenguaje. Esperemos que una vez haya simbolizado el nuevo idioma, encuentre sus palabras. Abby va al colegio para niños con necesidades especiales y le va realmente bien. Tiene profesoras adorables y parece que se lleva estupendamente con sus compañeros. Con todo, adoptar a un niño con Síndrome de Down ha sido una pura alegría. Es, obviamente, un compromiso de por vida, así que uno debería prepararse bien para ello y también contar con el apoyo de la familia extensa.

Es posible que te preguntes qué diantres fue lo que hizo que adoptaramos a una niña con Síndrome de Down. Estoy segura de que eso es lo que muchos de nuestros amigos piensan. He leído una estadística reciente que dice que un pequeño porcentaje de mujeres norteamericanas embarazadas de bebés con el síndrome de Down, siguen con su embarazo. Esto me ha impactado. Tengo que decir que la decisión de adoptar a Abby (que ahora tiene cinco años) fue pan comido. Tuve el privilegio de crecer con Rex, el primo de mi padre que también tenía Síndrome de Down, y que impactó mi vida de un modo importante. Cada vez que viajabamos a visitarle tenía una ‘profesión’ distinta. Un año era piloto de coches de carreras, otro año era médico, y la última vez que yo recuerde era pastor. Y nosotros, sus primos pequeños, éramos sus pacientes, sus alumnos y sus mayores fans. A mi tia abuela le dijeron que Rex no viviría más allá de la adolescencia, pero tuvo una vida larga y feliz falleciendo a los 54. Fue un amor para todos los que le conocimos.

Así pues, era natural que cuando Matt y yo nos decidimos por la vía de las necesidades especiales, habláramos del Síndrome de Down. Sé que es una decisión difícil para la gente que nunca ha tenido la alegría de conocer a una persona con esta condición. Si conoces a alguien con este síndrome, sabrás exactamente a lo que me refiero. Son gente con algo extra especial. Tan bonito que mi hijo de ocho años me dice al menos una vez a la semana que es muy feliz con su hermana, y Ashlyn (nuestra hija adoptiva que ahora tiene 14 años) me dice todo el tiempo que le gusta el síndrome de Down y que no le importaría tenerlo.

Todos estamos locos con nuestra Abby y su cromosoma extra!

Rebecca McKee es madre de seis preciosos hijos incluyendo sus dos hijas, Ashlyn y Abby, adoptadas en China.

Fuente: Blog de la Fundación Love Without Boundaries España

Si este artículo te parece interesante, compártelo.
Facebook Twitter Plusone Linkedin Pinterest

Deja una respuesta