El cuidado temporal de un niño

generaciones de manos

Muchos menores tienen que dejar sus familias de origen de forma temporal o definitiva por una serie de dificultades que les impiden ocuparse de los mismos. La Junta de Castilla y León es la encargada de proteger a la infancia y una de las salidas es a través del acogimiento familiar que coordina Cruz Roja Española. Una medida temporal que favorece el desarrollo del niño en un modelo positivo mientras la situación se resuelve. El gesto es de la máxima generosidad de unas personas hacia la sociedad, siempre por el bien del niño.

La finalidad no es conseguir un padre para un niño ni un niño para un padre; no es eso, eso es la adopción, y en este caso se trata de una medida temporal. Así lo describe la coordinadora del Programa de Acogimiento Familiar de Cruz Roja, Elena Pulido, quien también recuerda que los acogedores «quieren aportar un tiempo en su vida y dar un modelo a niños sobre los que durante un periodo determinado se está tomando una decisión en su vida, que será volver con sus padres biológicos, o con unos adoptivos».

El acompañamiento al menor se produce en un momento de crisis familiar y los acogedores tienen que transmitirle mensajes positivos «de lo que va a suceder en su vida», insiste Pulido. Lo que este programa pretende es que mientras los padres biológicos viven un momento de dificultad, «los niños puedan estar retirados de la misma, trabajando con esos padres para mejorar; la idea es que sea temporal, y que puedan retornar con sus familias de origen, aunque a veces no pase».

El acogimiento familiar es «un voluntariado de 24 horas», donde incorporas a un niño «a tu casa y tu entorno». Elena Pulido asegura que el acogimiento funciona «y el beneficio es muy grande». Las familias que acogen se sienten satisfechas, «llenas, y los avances del niño son espectaculares, tanto a nivel físico como psicológico, se ven enseguida, se les nota en la expresión de los ojos, la piel, el pelo les brilla, el aspecto general cambia y mejoran en sus comportamientos, de un día para otro«. Cuando el niño se siente querido y atendido «todo empieza a funcionar por si mismo, lo necesita cualquier persona». Es importante para estos menores demostrarles constantemente «que les queremos tal cual son, y eso funciona muy bien el refuerzo positivo», confirma Elena Pulido.

El Programa de Acogimiento Familiar pertenece a la Junta de Castilla y León, quien tiene las competencias de la protección a la infancia, aunque firmó un convenio con Cruz Roja Española, a la que designa funciones de sensibilización, difusión, información, formación y valoración de las familias, así como los seguimientos de los casos, entre otras tareas. El próximo año se cumplirá el 25 aniversario del acuerdo. En Salamanca, el equipo que trabaja en este programa está compuesto por una trabajadora social y una psicóloga. La finalidad es evitar la institucionalización de los menores que están retirados de sus familias biológicas, «y ayudar a un buen desarrollo individual de la persona, del niño, porque vivir en familia tiene unos beneficios que no aporta el acogimiento residencial, aun estando allí bien atendidos», aclara la coordinadora.

En cuanto a la evolución del programa en estos últimos años, en 2011 aumentó el número de familias interesadas y se registraron más valoraciones, pero después ha ido bajando, según apunta Elena Pulido. «La crisis también influye, pero no creo que sea el factor determinante; antes, cuando no existía, tampoco abundaban mucho las familias de acogida, porque es una labor que requiere de mucha generosidad y pensar mucho en el niño y no en nosotros mismos».  Además, precisa que eso no es sencillo, «porque el acogimiento familiar es una medida temporal, tiene que estar claro».  Las personas interesadas reciben una formación al respecto, «les situamos bien sobre lo que significa el acogimiento, las modalidades, las características de los menores, que no se trata de una medida definitiva; para eso existe la adopción, y esa no tiene que ser la motivación que mueva a las familias». Esta coordinadora recuerda que los acogedores no tienen que ser los salvadores de los niños, «son parte de un tiempo de su vida, sus cuidadores, pero los profesionales tampoco lo somos; es una realidad y unas circunstancias de la vida e intentamos hacer lo que mejor podemos por el bien de ellos».

En la actualidad, Cruz Roja coordina el acogimiento en la capital y provincia de 34 niños y 33 familias, con otros 13 menores en lista de espera. «Hay familias y niños en espera, pero no toda familia es para todos los niños y viceversa«, sentencia Pulido. Por ese motivo, es importante contar con más familias salmantinas interesadas en el acogimiento familiar, ya sean monoparentales, parejas del mismo sexo, prejubilados, con hijos o sin hijos biológicos, etc. De esta manera, «los niños tendrán más opciones de ser acogidos según sus circunstancias». Lo más complicados es conseguir ese hogar temporal para los grupos de hermanos, de hasta dos y tres menores, o los niños con grandes discapacidades. Ahora mismo cuentan con siete familias en espera, «pero éstas no son encajables», y se acaban de formar otras seis más. En las valoraciones de estos padres de acogida rellenan una ficha donde detallan a lo que están dispuestos, «por edades, con características concretas, con discapacidad o no, etc.»

La mayoría de las familias se decanta por los menores de entre 0 y 6 años, y hasta los ocho; «es más difícil en adolescentes y niños con discapacidad», confirma. De los 13 en espera, hay uno que lleva casi dos años buscando familia «porque tiene unas características muy particulares y no es fácil», detalla Pulido. Otros llevan en espera desde el año pasado, y aún así, hay padres de acogida que se deciden por los niños con más dificultades, que mejoran bastante en su evolución, como el caso de menores con parálisis cerebral.

Entre las familias de acogida que han pasado por el programa de Cruz Roja se dan anécdotas que merece la pena compartir, como la de un padre de acogida que empezó a cuidar de niños con 28 años y ahora, con 42, es abuelo de acogida, «porque uno de los menores que acogió sigue en contacto con él, ya está casado y ha sido padre». Y en el caso de que las familias tengan hijos biológicos, tienen en cuenta las edades de los mismos para que los niños de acogida sean más pequeños, «porque está comprobado que con la misma edad, son niños más maduros y lo ideal es que el modelo sean los hijos biológicos de la familia, y no al contrario». Al menos intentan que sean dos años más pequeños, según las edades. Cuando se dan estos núcleos familiares es muy positivo para ambas partes.

Dirección de interés: AFASA. Asociación de Familias de Acogida de Salamanca

Fuente: http://saludadiario.es

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