Familias sustitutas, una prueba de amor

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Ser una familia sustituta para bebés en riesgo social “es maravilloso porque ver a ese niño en condiciones de reanudar un vínculo con su propio hogar o con padres adoptivos no tiene precio”, dicen los integrantes de una asociación argentina que convoca a sumarse a la experiencia.

“Somos 10 las familias sustitutas que tenemos registradas en la asociación Familias del Corazón. La cantidad es muy poca si se tiene en cuenta que cuando una familia termina un proceso no se la puede requerir inmediatamente; hay un tiempo de reacomodamiento que debe pasar antes de recibir a un nuevo bebé”, explicó Silvia Romero, presidenta de la entidad sin fines de lucro. Silvia y su familia abrieron las puertas de su casa en 15 oportunidades para acompañar los primeros pasos de un bebé en 15 oportunidades. Ella contó que “gracias a los subsidios y las donaciones de mucha gente que ayuda con lo que puede, y nuestros profesionales que trabajan voluntariamente, los chicos pasan a vivir con una familia sustituta que -según la causa judicial- será por unos días, meses y hasta dos años como máximo”.

En ese lapso, “mientras nuestras asistentes sociales controlan el proceso de adaptación, la Justicia busca la manera de restablecer los vínculos familiares del bebé con su madre, padre o familiar de origen”, señaló Romero. En caso de que este vínculo no prospere, la Justicia realiza las gestiones con el Registro de Adopción para que otra familia pueda hacerse cargo de ese bebé definitivamente.

Un ejemplo

“Si el niño fue dejado en un hospital o en la vía pública, es la Defensoría de la zona la que acercará al juez los elementos que permitan declarar el estado de adoptabilidad del niño o no”, explicó Silvia, docente, mamá de dos hijos, que decidió desde hace más de 10 años acoger a niños en tránsito junto a los suyos. Como ejemplo de lo que significa ser familia sustituta, Romero recordó una frase que ilustra el sentimiento de quienes transitan la experiencia: “Una nena dijo que lo que había sentido al despedirse de un bebé que había vivido en su casa transitoriamente era como una ‘tristeza alegre’”, recordó. “Toda una definición que resume lo que una familia experimenta al terminar el proceso para la que fue convocada”, destacó.

La mamá de esa nena, Alejandra Schiafino, decidió hace 10 años junto a su esposo y los chicos que entonces tenían 3, 7 y 9 años ser una familia sustituta.

Para Alejandra, que es abogada y se dedicó a criar bebés en el marco de una familia con hijos -condición necesaria para ser familia sustituta-, la decisión “fue una oportunidad de amar de otra manera”. “Nuestra decisión de acoger en el seno de nuestro hogar a bebés judicializados que necesitan por un tiempo determinado estar lejos de su padres hasta revincularse o ser adoptados empezó hace 10 años y nos sentimos felices por lo que podemos hacer por ellos”, contó Schiafino, que ayer, despidió al último bebé que ayudó a crecer. “Se llama Juan y estuvo solo dos semanas con nosotros. Lo vimos partir en brazos de su padre adoptivo, hecho un ovillito”, dijo Schiafino al contar la despedida a la que definen como “tristeza alegre” desde la primera vez que su hija, hoy adolescente, pronunció la frase.

Es cierto que no todo es fácil, coinciden las mujeres. “Hay que trabajar por ese bebé y cuando llega el día de entregárselo a la familia que lo viene a buscar, cuesta un poco. Pero volvemos a sonreír porque significa que tiene papás”. “Lo mejor de ser familia sustituta empieza cuando ese bebé empieza a conocer a sus papás, a los biológicos o a otros familiares (familia ampliada) o a los adoptivos. A los que se harán cargo de él a lo largo de toda la vida. Muchas veces ese proceso dura un tiempo para que el bebé logre adaptarse y los padres también a él”, dijo Romero.

Para la presidenta de Familias del Corazón, “después de haber disfrutado de su ternura, verlo feliz riendo junto a quien llamará mamá o papá toda la vida, es una alegría incomparable. Pasar a segundo plano en este caso es otra manera de ser feliz, porque lo que uno hizo no se pierde, se gana”. “A veces nos vienen a visitar con sus papás, y es una fiesta verlos. Siempre amar es saber soltar, solo que las familias sustitutas aprendemos a hacerlo antes”, reflexionó.

Fuente: http://www.unoentrerios.com.ar

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