Siete años de espera

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Pasaron las «exhaustivas» entrevistas. «Fue duro, hurgaron en asuntos personales». Pero consiguieron la idoneidad. «Aptos para ser padres». La pareja vallisoletana formada por Javier y María Ángeles superó los trámites para una adopción internacional en China hace ya mucho tiempo.

Siete largos –«eternos, frustrantes, a veces esperanzadores»– años en los que cada uno o dos días miran en internet las ‘listas’ que no avanzan y revelan la asignación de niños chinos a familias extranjeras. «Cuando nos dieron fecha de asignación, en marzo de 2007, habíamos pedido una niña. El 99% eran niñas y llegaban en unos meses, ahora ha cambiado. Da igual lo que venga, pero que venga».

La adopción internacional ha sufrido un retroceso en tiempos y volumen desde hace ya varios años que cada mes se agudiza. Los plazos se han multiplicado por más de cuatro. La espera media ronda los cinco años, aunque en países como China supera los siete –y camino de más– y en otros se han desvanecido de golpe porque han endurecido sus requisitos o cerrado sus puertas, tal y como explica Javier Álvarez, presidente de Arfacyl, Asociación de Familias Adoptantes de Castilla y León.

«La situación está complicadísima, hay cada vez menos países en los que se puede adoptar y por ello las solicitudes han bajado muchísimo», asegura y advierte: «Puede que algunas no lleguen a llevarse a término».

Pese al ‘blindaje’ de las fronteras y al colapso de solicitudes, 15 niños procedentes de fuera de España han sido adoptados en Valladolid en el primer semestre de este año.

Eternas esperas

Las trabas y las eternas esperas se traducen en más solicitudes para adopciones nacionales. En los seis primeros meses de 2013 cuatro familias de Castilla y León se convirtieron en ‘papás’ de un niño de origen español.

El presidente de Arfacyl asegura que el escenario para las familias adoptantes ha dado un cambio «radical» en los últimos años y explica que quien quiera iniciar este proceso deberá modificar sus anhelos. «Tienen que replantearse sus opciones. Suelen preferir bebés por la idea equivocada de que no vienen con mochila a sus espaldas, pero eso no tiene que ver con la edad, sino con el trato recibido».

Asegura que las oportunidades para adoptar un bebé sano son «escasísimas» y que los niños que necesitan ser adoptados «tienen cinco, seis años o más». Es un menor más consciente de lo que sucede, «que quiere ser adoptado, quiere una familia y está más preparado para los cambios, para ir a otro país y tener unos padres hasta ahora desconocidos».

No sólo sobre la edad deben cambiar los intereses, también sobre la salud del nuevo miembro de la familia. «Ahora necesitan encontrar familia niños más mayores o con necesidades especiales», indica Álvarez. Estos últimos forman parte de las adopciones por ‘pasaje verde’ que se materializan en un tiempo mucho más breve.

Además, existe otro perfil de niños a quienes les cuesta mucho más encontrar una familia, los grupos de hermanos. «Muchas parejas no pueden asumir tener de repente tres o cuatro hijos», señala.

Este cambio de tendencia lo trasmite a las familias que van a la asociación a informarse. Arfacyl realiza cerca de 500 entrevistas en Castilla y León al año que, dada la compleja situación, se traducen en un montante de solicitudes oficiales que no llegan, a menudo, al centenar.

Los expedientes aprobados revelan, año tras año, que «hay más familias que niños». «Como asociación no es una preocupación que haya menos menores, al margen de los grupos de hermanos o niños enfermos, pero como familias que se han embarcado en ello es doloroso y tienen que asumir una realidad diferente a la que esperaban».

Sobre algunos países como China, Álvarez asegura que «las cifras no son sostenibles» y llevan varios años adjudicando niños de solicitudes entregadas en 2006, «por lo que va a tardar muchísimo».

En el caso de María Ángeles y Javier esta espera se ha dulcificado con la llegada de una hija biológica. «Siempre quisimos tener dos. Emprendimos las dos vías, tratamiento y adopción. Pensábamos que sería más pequeña que nuestra niña adoptiva, pero tiene seis años y no tiene hermana, todavía. Cuando llegue seremos casi diez años más mayores que cuando aceptaron nuestro expediente, no seremos los mismos», lamenta la pareja. «Nos animan a desistir, pero decidir adoptar no es un capricho».

Paises como India

Muy distinta es la historia de quienes optaron por otros países como India. Hace una década, Pilar y su marido tardaron tres años en conocer a sus hijos, niño y niña por entonces huérfanos. En su casa, en un barrio de Valladolid, hablan abiertamente de la adopción y aunque a estos padres les preocupa lo que a cualquier progenitor, tienen un añadido: la integración. «Hay clichés sobre diferencias raciales y se pueden encontrar con actitudes desagradables», indican, aunque explican que la vida académica de sus hijos está marcada por buenas experiencias.

En la época en la que estos padres abrazaron a sus hijos por primera vez tras un viaje de 26 horas, quienes adoptaban en China tardaban «solo un año» en conocer a sus pequeños.

«Cuando nuestro hijo o nuestra hija nos conozca, tendrá una mochila de vivencias detrás, pero, ahora, nosotros también», señala María Ángeles.

Fuente: http://www.diariodeleon.es

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