Niños demasiado mayores

niños mayores

Extraído del blog de «Una madre de Marte»

Parece contradictorio que un niño pueda ser catalogado como mayor si solamente es un niño, pero sí: existen los niños mayores, e incluso demasiado mayores, en el circuito de la adopción. Demasiado mayores para ser objeto de deseo de muchas familias, demasiado mayores para que las agencias de adopción se interesen por ellos porque es poco rentable dedicar sus esfuerzos a una mercancía difícil de colocar. Es cierto que la adopción de niños “mayores” lleva asociados retos y circunstancias que no tiene la adopción de un bebé, para los que hay estar preparados, pero ¿a qué edad hacer el corte para diferenciar a los niños mayores de los pequeños? ¿A los 8 años, a los 9, a los 12 años? Quizá estas edades sean algo razonables, sin embargo ¿no resultaría escandaloso, y hasta amoral, considerar mayor a un niño/a de 2, 3 , 4 años?

He pasado casi tres meses conviviendo a diario con esos niños “mayores” en un orfanato de Bamako, Malí, mientras cuidaba de mi hija, un bebé que nos asignaron a pesar de tener un rango de edad de cero a cinco años y de haber niños/as de esas edades desde hacía meses e incluso años, en el orfanato. La razón de algo tan incoherente no la sé, aunque también los bebés abandonados merecen ser tener una familia si no tienen otra opción en su país.

Lo que sí sé es que nadie, o casi nadie, se ha preocupado por esos niños que van creciendo, se hacen “mayores” en el orfanato y cuando superan los 2 años de edad parecen dejar de ser objeto de deseo de familias y de agencias de adopción, se vuelven invisibles. Niños “mayores” que viven casi hacinados en una habitación donde comen, duermen y juegan durante años, sin salir nunca al patio y apenas ver la luz del sol;  los niños de la segunda planta, por los que nadie se molesta en subir los 42 escalones que les separan de la libertad, que no conocen otra casa que un orfanato. Apenas unos cuantos de ellos, de 4 y 5 años, tienen el privilegio de convivir con los discapacitados en la planta baja, en un barracón apestoso. Y no lo duden, es un privilegio porque esto les permite frecuentar el patio anexo a diario, sentir el sol en la piel, jugar con el arenero lleno de excrementos de la entrada, correr tras una vieja pelota y chutar gol con sus pies desnudos.

Me alegra saber que una agencia española ha tenido recientes asignaciones de niños “mayores”, que seguro conocí. Me gustaría saber que siguen trabajando en esa línea, dejando aparte intereses mercantilistas y buscando familias para los niños que las necesitan, y no al revés, algo muy difícil de encontrar en el panorama adoptivo actual. Me alegra constatar que se priorizan los derechos de los niños que llevan más tiempo en el orfanato sobre el resto, niños a los que se les escapa su oportunidad de ser adoptados por haber cometido el terrible pecado de tener 3, 4, 5 años…Niños que se quedarían sin familia, sin una vida digna, que serían destinados a un centro de “mayores” en las afueras al cumplir los 5 años y de ahí probablemente a mendigar en las calles al servicio de un marabout.

Niños tan mayores que, fíjense bien, te toman de la mano a pares y te repiten cada día, como una cantinela, si quieres ser su mamá, para que no se te olvide. Y tú les sonríes, tragas saliva y no contestas, con tu pequeña bebé colgada a la espalda, y aprietas fuertemente las minúsculas, frágiles manitas, de esos niños demasiado mayores para que alguien los quiera, mientras paseamos juntos en círculo por el pequeño patio, salpicado  de tierra roja, en silencio, sintiendo el sol del atardecer en la cara.

Fuente: Blog «Una madre de Marte«

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