Somos uno más, nadie nos mira.

El sábado Pekín amaneció pintado de gris, cuando llegamos a la Gran Muralla pesábamos que el tiempo no nos iba a permitir pasear por sus difíciles subidas, pero la verdad es que fuimos afortunados y los más valientes pudieron recorrer kilómetros de escalones sin hacer caso al cansancio. Nos divertimos y reímos con las ocurrencias de los más pequeños, que pese a la edad fueron los que más lejos llegaron.

Paramos a comer en uno de los lugares más turísticos de la zona y, entre montones de turistas ,apareció «Carlos», el guía que había acompañado a las familias que estamos en el grupo a recoger a nuestros hijos. Que emocionante casualidad !! No nos lo podíamos creer! Desde luego el hilo rojo existe.

Tras este emotivo encuentro nos montamos en el autobús rumbo al Palacio de Verano, pero una lluvia torrencial nos hizo cambiar de ruta y retirarnos al Hotel. Tantas ilusiones agotaron a más de uno, que aprovechó el trayecto para descansar un poco, mientras otros compartíamos las vivencias y reacciones de nuestros hijos que entre otras confidencias, nos decían. Fijaros aquí somos uno más, nadie nos mira.