El domingo amaneció vestido de un azul intenso. Salimos temprano del hotel asombrados por las noticias de las inundaciones del día anterior. Mas de 77 muertos y millonarias cifras de daños en algunos barrios de la ciudad. Ajenos al desastre, nos dirigimos por las calles tranquilas de Pekín a seguir con nuestro programa. Primero fuimos a la fábrica de seda, un lugar que yo siempre había evitado pensando que sería un sitio sin interés, solo para turistas. Como en tantas otras cosas, estaba equivocada pues como todos los demás seguí con entusiasmo y curiosidad la compleja actividad de los gusanos de seda y la conversión de sus capullos al valioso y cotizado tejido. 

Más tarde fuimos al Templo del Cielo, donde además de revivir los recuerdos de nuestra primera visita con los peques recién recogidos, nos mezclamos con la gente de la ciudad que pasaba un tranquilo domingo en sus jardines A nosotros todos nos observaban mientras nuestros niños camuflados eran unos pekineses más, bailando y jugando en un domingo soleado de Pekin.

Tuvimos, más tarde, tiempo para algunas compras y agotados asistimos al espectáculo de las acrobacias que nos dejó sin respiración durante más de una hora. Que bella ciudad es Pekín!!!.