La mejor decisión

Otro sitio más de la comunidad ADOPTY

Decía Oscar Wilde que «la casualidad es la ley de los tontos», y yo siempre he estado de acuerdo con este aforismo, sin embargo no he encontrado otra forma mejor de intitular este capítulo.

El fin de semana previo al cursillo vinieron a merendar a casa mi hermano Enrique y su esposa Susana, que eran completamente ajenos a nuestro proyecto. Como siempre, trajeron pastelitos para merendar, y entre milhojas, cafés y palmeras de chocolate, mi cuñada Susana nos dijo en tono circunspecto que tenían que darnos una noticia muy importante.

—Habrán cambiado de coche —pensé.

Afiné el oído y les insté a que soltaran prenda de una vez, imaginando cuánto más trascendente podría ser lo que me iban a decir comparado con nuestro secreto mejor guardado.

Abandonando la gravedad del anuncio y con expresión de satisfacción nos reveló:

—Enrique y yo hemos decidido que vamos a adoptar a una niña china —. Tere y yo nos miramos estupefactos. La sorpresa fue mayúscula.

Una vez recuperados de la imprevisible noticia les contamos la coincidencia con nuestra reciente decisión de adoptar también a una niña. Igualmente se quedaron atónitos.

La noticia me impactó, pero a la vez me alegró porque a ellos se les veía absolutamente encantados.

—Y la semana que viene empezamos con los cursillos de preadopción —añadió Susana.

Casualidad sobre casualidad.

—Nosotros también —dijo Tere.

Menos mal que nos vimos ese fin de semana y nos contamos nuestros proyectos, porque si me los llego a encontrar en el cursillo sin sospechar nada, de la sorpresa me hubiera dado un patatús.

Inmediatamente me apeteció mucho la idea de iniciar esta aventura en compañía de Susana y Enrique.

Por supuesto que cuando nosotros les pusimos al corriente de nuestra decisión también se alegraron mucho. Entonces empezamos a hacer planes conjuntamente, y el primer paso ya estaba dado, asistir a los cursos de preadopción los cuatro a la vez.

Estuvimos toda la tarde hablando y sorprendiéndonos del cúmulo de coincidencias: ambas familias queríamos adoptar, y los cuatro deseábamos que fuesen niñas, también coincidíamos en que haríamos los trámites con China porque allí tendríamos más posibilidades de que nos asignaran niñas, los cuatro haríamos el curso a la vez y también iniciaríamos los trámites conjuntamente. Y si todo seguía así probablemente haríamos junto el viaje a este país para recoger a nuestras hijas. Ni habiéndolo planeado meticulosamente nos hubiera salido tan perfecta programación.

Creo que la casualidad de encontrarnos con Enrique y Susana también fue trascendental en esta historia porque las incertidumbres de Tere, que aun tenía bastantes dudas sobre lo que íbamos a hacer, se disipaban al saber que la aventura la emprenderíamos los cuatro juntos.

La alegría que yo tenía era muy grande, estaba contento por nosotros, pero también por mí madre, imaginando la sorpresa y felicidad tan grande que se llevaría cuando se enterara de que iba a pasar de no tener nietas a disfrutar de dos a la vez. Pero por ahora no le diríamos nada, yo no quería darle esperanzas porque me parecía demasiado prematuro.

Facebook Twitter Email

No Comments :(