Si es adoptado díselo ya…

Cuando comience a preguntar de donde viene, quien lo trajo al mundo, donde estaba antes de nacer… habrá llegado el momento clave de revelarle su origen.

Tenemos un hijo de tres años al que adoptamos cuando solo tenía unas semanas. Estábamos muy indecisos sobre la conveniencia de que él sepa que es adoptado y sobre la edad y el modo mejor de decírselo. Cada persona nos da una opinión diferente y estamos en un mar de dudas del que no sabemos salir».

Estas dudas no son raras y asaltan a muchos padres que han tomado la encomiable determinación de adoptar un niño, bien por imposibilidad para concebirlo o bien por una convicción de tipo humanitario, Algunas veces estas personas no disponen de un asesoramiento psicológico especializado que las ayude a afrontar el hecho de la adopción en aspectos tan importantes como sin duda resulta el de revelar al niño su origen.

Sin embargo, esto es algo que no conviene dejar a la improvisación ni a la libre inspiración u opinión de cada cual, ya que existe la posibilidad de cometer un grave error con las mejores intenciones (como puede ser el de demorar excesivamente la revelación o incluso el de pensar que es preferible que ese niño transcurra toda su vida sin enterarse del hecho natural de haber sido adoptado).

El momento oportuno.

Hacia los tres años el niño se encuentra precisamente en una edad en la que ya no conviene demorar mucho el informarlo de su situación. A algunos padres adoptivos los llena de ansiedad el pensar en el día en que han de hablar claramente al niño, porque piensan que la verdad será traumatizante para él. Sin embargo, no hay motivo para esa angustia, ya que la verdad será aceptada por el niño del modo más natural, siempre y cuando se le comunique tempranamente, y no se vaya demorando paulatinamente hasta llegar a crear un conflicto en él. Debe saberlo en el momento en que comience a tener discernimiento ya interesarse por las cosas de la vida. A esta edad, los niños son preguntadores incansables; se interesan por todo y algunos de sus interrogantes se dirigen a conocer de dónde vienen, quién los trajo al mundo etc. Esto nos da la ocasión ideal para revelarles su origen con naturalidad y sin misterios absurdos que podrían frenar el desarrollo normal del niño.

Él ha sido elegido.

Un clima familiar afectivo y cálido, de seguridad y cariño es el punto de partida para que el niño acepte su condición de adoptado. Dejándole claro que fue deseado y elegido, que su presencia ha llenado de alegría y de felicidad a sus padres, la verdad será aceptada por él con normalidad y asumirá sin problemas su personalidad en desarrollo. No olvidemos que a esa edad los pequeños son muy sugestionables y que el clima creado en torno a él influye enormemente sobre su carácter y su capacidad de adaptación a situaciones nuevas.

«Papá y yo estábamos tristes porque no teníamos hijitos y entonces nos pusimos a buscar y te encontramos a ti. Nos gustaste tanto y te queremos tanto que desde entonces somos completamente felices».

Este es un posible modo de empezar, que puedes adaptar a tu estilo. Cuantas veces el niño quiera volver sobre el tema deberás hablar con él con la misma naturalidad y cariño que la primera vez.

 Edad tope para decírselo seis años.

Sería ilusorio pensar que una persona adoptada podría pasarse toda la vida sin enterarse de su origen. Lo sabría tarde o temprano y ese conocimiento tardío e inesperado suele producir trastornos psicológicos importantes, a veces muy graves, además de quebrantar la confianza en sus padres y en sí mismo. Es más la revelación de la adopción debe hacerse siempre antes de los seis años, ya que a partir de esa edad, el daño psicológico es altamente probable. También es importante para los padres, ya que vivirán sin la angustia de estar guardando celosamente un frágil secreto Todos salen ganando.

Por último, no olvidemos que la relación con un niño adoptado debe ser completamente normal, como si se tratara de un hijo y unos padres naturales, sin esperar de él una devoción y agradecimiento especiales. Es así como se sentirá realmente en familia y. en definitiva, un niño como otro cualquiera entre sus compañeros y amigos.

Dr. Pedro Barreda

Fuente: Pediatra al Día

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