Actividad

Reflexiones sobre la Gratitud en la adopción… de la revista ‘Adoptive Families’

La noción de gratitud en la adopción es bastante odiosa e incómoda. Gente que no conoces de nada dirán que un niño adoptado ha tenido ‘suerte’… y que los padres adoptivos son “gente especial.” Algunos padres adoptivos le dirán a sus hijos que los “especiales” son ellos, o que son “niños elegidos,” lo que puede ser dicho con mucho cariño pero también puede ser un mensaje con demasiada carga.

A todo el cargamento de conceptos como “tener suerte” o “ser especial” que la adopción conlleva se le añaden las expectativas de gratitud por parte del niño adoptado… pesadas cargas que nunca he deseado que mis hijos llevaran. Mi marido y yo siempre hemos evitado hablar con nuestros hijos sobre lo “especiales” que eran, puesto que aunque la adopción les ha podido traer suerte, nunca olvidamos que fueron la pérdida, el dolor, y la mala suerte los que les llevaron a la adopción.

Hace poco, un artículo en The New York Times titulado “Un Servicio de la Gratitud” informaba de los considerables beneficios que tenía la gente agradecida, incluyendo “mejor salud, sueño más reparador, menos ansiedad y depresión, una mayor satisfacción por la vida a largo plazo, una conducta más amable hacia los demás,” y mucho más. Pero para mí, lo más interesante que el periodista John Tierney dijo fue esto:

«No confundas gratitud con estar en deuda con alguien. Sí, claro, puede que te sientas obligado a devolver un favor, pero eso no es gratitud, al menos no del modo en que los psicólogos la definen. El estar en deuda con alguien es más bien un sentimiento negativo y no proporciona los mismos beneficios que la gratitud, esta te hace ser amable con todo el mundo no solo con tu benefactor.»

Demasiado a menudo, cuando la gente habla de gratitud en la adopción, a lo que realmente aluden es al sentido de estar en deuda, el deberle algo a alguien, y como Tierney dice, el deberle algo a alguien es una emoción negativa y potencialmente corrosiva. El hecho es que soy la (segunda) madre de mis hijos, no su benefactora, y ellos no me deben nada. El amor no se paga como una deuda.