«He tardado 44 años en conocer a mi familia»

A María Manola nunca se le olvidará la fuerza con la que su bebé le agarró la mano nada más llegar al mundo en un hospital gallego. Poco después le dijeron que había fallecido. Nunca se lo creyó. Esa niña tiene hoy 44 años, se llama María Jesús y vive en Monserrat. Acaban de descubrir que pueden ser madre e hija gracias a las muestras de ADN, que a la espera de dos exámenes más, confirman casi al 100% su parentesco. Los primeros resultados de los perfiles genéticos a la que ambas se sometieron han unido de nuevo sus vidas, que quedaron separadas sin ellas quererlo.
«He tardado 44 años en conocer a  mi madre biológica y en enterarme de que tengo seis hermanos. Es mucho tiempo perdido así que ahora quiero recuperarlo y aprovechar cada minuto», admitió ayer por la mañana María Jesús, momentos antes de partir rumbo a A Coruña para encontrarse con los suyos.
Esta valenciana recibió el viernes recibió la llamada del laboratorio Neodiagnóstica informándole de los resultados de la primera coincidencia. Ella se hizo las pruebas en diciembre, cuando el gerente de la empresa de Lleida se desplazó a Valencia para tomar muestras de quienes lo deseasen. María Manola hizo lo mismo hace sólo un par de semanas en A Coruña porque sospechaba que su bebé no murió al nacer. Ahora los 16 marcadores iniciales entre una y otra han coincidido.
La vecina de Monserrat recibió la noticia el día antes de su cumpleaños. «Ha sido sin duda el mejor regalo posible», apunta emocionada. «Me han felicitado por teléfono todos mis hermanos. Me han dicho que son una familia muy unida, que esto es muy grande y están tan ilusionados como yo», relata.
María Jesús explica que, en teoría, la suya era una adopción legal.  «En la partida de nacimiento constaba la adopción, y la declaración venía firmada por el correspondiente notario», detalla Enrique Vila, el abogado que la ha ayudado en una búsqueda que comenzó hace varios años.
Tras lograr la orden judicial para acceder a los archivos en la Diputación de Valencia, buscaron a todas las madres que habían dado a luz en el Hospital Provincial de Valencia el 25 de mayo de 1968, fecha y lugar que aparecían en el documento. Ninguna de las mujeres consultadas coincidió. «Era muy extraño y estábamos desesperados», admite el letrado.
«Ahora este caso evidencia que, aunque lo normal es que una adopción legal lo sea, también puede que no y el hijo podría haber sido robado», destaca Vila. Ahora María Jesús sabe que a su madre biológica tampoco le dieron ningun documento que acreditara su supuesto fallecimiento.
«Nací en Galicia y todo apunta a que me trajeron al Hospital Provincial de Valencia en autobús. Parece ser que era un modus operandi bastante común dentro de la trama», comenta la valenciana.
El abogado insiste en que este caso puede confirmar «que había un entramado nacional» y que los niños se llevaban de unas ciudades a otras, como de Madrid, Melilla y ahora A Coruña, hasta Valencia.
María Jesús asegura que desde el viernes apenas ha podido dormir pensando en el ansiado reencuentro. Ha imaginado una y otra vez cómo será. «Tengo seis hermanos y otra que falleció hace pocos años. Me han mandado fotografías de ella y tenemos un gran parecido físico. Las dos somos de estatura baja y con los mofletes iguales», explica.
Ayer todavía no había hablado con su madre, de 80 años. «Está bajo tratamiento psicológico después de que en poco tiempo fallecieran mi hermana y mi padre. Por eso se lo dirán despacio hoy -por ayer-», cuenta. «Cuando la vea, me saldrán las palabras justas», afirma. Sus hermanos le han explicado que su madre parió en casa a todos menos a ella, que fue la única que nació en un hospital, porque venía «girada».
El 8 de abril es el cumpleaños de María Manola. Ese día se reunirá toda la familia. «Yo volveré a Galicia entonces pero no podía esperar tanto. Me voy ahora a conocerles acompañada por mi marido, Luis, que ha estado ahí apoyándome en la búsqueda en todo el momento. Volvemos a Valencia el jueves y nos marcharemos de nuevo el próximo domingo para estar en la celebración familiar», asegura.
El cotejo de las pruebas de ADN son una de las principales esperanzas para los niños robados. El problema reside que los bancos cuentan con muchos más perfiles genéticos de madres que sospechan que sus hijos no fallecieron al morir que de hijos que buscan a su familia biológica (ya que en muchos casos ni siquiera saben que son adoptados).
La ciencia ya confirmó en julio del año pasado que Marta, una vecina de Almassora, y Begoña, una mujer residente en Tenerife, eran madre e hija. La castellonense se enteró hace varios años de que era adoptada y encontró un papel en el que figuraba el nombre de su madre biológica. A Begoña le dijeron que su bebé, alumbrado en el Hospital General de Castellón, había nacido ya muerto.
Fuente: Las Provincias
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