7 fórmulas para criar hijos felices

 

“Decidí escribir este libro cuando entendí que la mayoría de los padres viven agobiados por la culpa cuando tratan de criar hijos perfectos. ¡Queremos ser padres felices y tener hijos felices! Eso está bien y es completamente posible. Además, si un niño es feliz, le va a ir mejor en el colegio, será un mejor amigo, será más creativo, más generoso, más tolerante, más seguro”.

Entonces la doctora Annie de Acevedo, una de las psicólogas más respetadas en Colombia y América Latina por su conocimiento en materia de crianza y familia, se puso manos a la obra, reunió las claves fruto de su experiencia y acaba de lanzar al mercado Hazlos felices para que sean buenos, bajo el sello Planeta.

Su propuesta editorial incluye varios test para saber qué tipo de papá y qué tipo de mamá es usted, qué tanta felicidad experimenta en su vida y cómo se sienten sus hijos. También explica los hábitos fundamentales para criar hijos felices, cómo desarrollar las diferentes clases de autoestima, cuáles son los forjadores de la felicidad, cómo transformar la infelicidad en felicidad y los secretos de la neurociencia para ser personas felices.

Antes de comenzar “el curso”, usted debe recordar que cada hijo es un universo. “Esto es algo muy importante, que no siempre se da por sentado: cada hijo va a necesitar que se le trate de manera diferente, pues es un mundo aparte.

Para hacer niños felices hay que tratar de entender el motivo detrás de cada patrón de comportamiento de nuestros hijos; no hay que mirar solo la conducta sino ir más allá y ver por qué un hijo se comporta como lo hace”.

Los secretos de la felicidad

Ahora sí, veamos a grandes rasgos las claves que concienzudamente desarrolla la doctora Annie en su libro y que les permiten a los padres criar hijos felices…

1. Enseñan optimismo

“En épocas difíciles y de austeridad lo que más fácilmente se pierde es el optimismo. Se adueña de la gente una sensación agonizante de desesperanza y de falta de ilusiones. Con este fenómeno los más afectados son nuestros hijos, quienes están en plena formación y necesitan alimentarse de ilusiones y de esperanzas.

¿Cómo hacer entonces para comunicarles a nuestros hijos positivismo y lograr con esto que sean más felices?”.

Primero, con sentido del humor y flexibilidad, dos herramientas esenciales para contrarrestar el pesimismo. La idea es que ellos vean que en casa se maneja una actitud con la cual siempre se buscan soluciones creativas y no culpables.

“Para criar hijos optimistas va a ser necesario el convencimiento total de que no queremos ser víctimas ni queremos victimizar a nuestros hijos. Esto se hace creando un marco de referencia donde se entienda que para ganar hay que perder, donde no existan fracasos sino resultados de los cuales aprender”.

2. Usan un lenguaje positivo

“Nuestros padres generalmente usaban un lenguaje negativo. ‘No hagas eso, porque…’. ‘No seas perezosa’. ‘Eso está mal’. Luego la psicología positiva se dio cuenta de que tanto negativismo llevaba precisamente a seguir haciendo las cosas mal.

Nadie les decía a los niños cómo hacer las cosas de manera correcta, simplemente los reprendían y ellos terminaban por creer que todo lo que hacían estaba mal, lo cual los volvía inseguros y temerosos”.

Hoy, la doctora Annie se sorprende al ver a esta nueva generación de niños seguros de sí mismos, quienes sienten que van a poder lograr sus metas, se esfuerzan y casi siempre logran lo que se proponen.

“Esto es producto de un lenguaje familiar y positivo que anima, que da fuerza y seguridad, que apoya, y que finalmente les muestra lo correcto y lo incorrecto”.

3. Les enseñan a sus hijos a perder

“Si quieres tener hijos felices, debes enseñarles a ser buenos perdedores. Ellos deben saber que a veces se pierde y a veces se gana. Saber este concepto les ayuda a no frustrarse tanto. Cuando tu hijo pierda en un juego, en un deporte, en el colegio, dile algo como: ‘Hoy te fue mal, hay que prepararse mejor para mañana’ o ‘Tú puedes, esta vez no lo lograste, pero con esfuerzo lo vas a conseguir´”.

4. Recuerdan que presionar un poco es un acto de amor

“Los buenos padres sabemos que nuestros hijos necesitan pequeños ‘empujones’, es decir, que necesitan algo de presión nuestra para que hagan las cosas de la mejor manera posible. Y hay una manera correcta y otra inadecuada para motivarlos. Entonces es importante hacer la distinción entre aquellos padres controladores y exigentes, y aquellos que son exigentes, pero de una manera positiva”.

De acuerdo con la especialista, “a los padres insistentes y agresivos se les olvida resaltar el esfuerzo y critican más de lo que elogian. Por el contrario, los padres motivadores exigen, y bastante, pero estimulan a sus niños, haciendo énfasis más en lo positivo que en lo negativo.

No se engañan y conocen bien a sus hijos, de tal manera que sus expectativas serán siempre realistas y con posibilidades de cumplirse”.

5. Enseñan el manejo del tiempo y el dinero

Es bien sabido que quienes manejan acertadamente estas dos variables son personas independientes y eficientes.

“La formación de estos dos hábitos empieza temprano –explica la doctora Acevedo-. El tiempo lo aprendemos a manejar a través de las rutinas de nuestro hogar y en la medida en que hay claridad en esas rutinas, los niños aprenden a valorar el tiempo suyo, y por lo tanto a respetar el tiempo ajeno y el propio.

Un niño aprende a sentir el paso del tiempo con más precisión después de los siete años. En este periodo los papás deben aprovechar para enseñarle a manejar SU tiempo”.

¿Cómo? Muéstrele cuánto se demora bañándose, vistiéndose o desayunando. La doctora aconseja explicarle  muy bien lo que espera de él y exigirle puntualidad, pero sin ser tan rígido.

El concepto de manejo del dinero empieza hacia los 8 años de edad y una de las fórmulas infalibles es inculcarles el hábito del ahorro.

“Lo más fácil es destinar una mesada para que la administre. Dele el dinero y explíquele cuánto tiempo debe alcanzarle. Aquí lo importante es que si al niño se le acaba el dinero, no se le debe dar más, ahí está el aprendizaje. ¡Así que no caigan en la tentación de sacar la billetera!”.

6. Tienen clara la importancia del juego

“Los niños necesitan moverse, hacer juegos de roles, crear competencias físicas y divertirse para crecer armoniosamente.

Y uno de los juegos más importantes que pueden experimentar es el deporte. Este es un disparador de felicidad, y por lo tanto es responsabilidad de los padres fomentarlo.

En la medida en que conozcas a tus hijos verás qué les gusta –indica la experta-, así que te aconsejo que estimules la pasión o talento de tus niños”.

¡Pero ojo! “No es una buena costumbre llenar a los niños de regalos y permisos porque se pierde el aprecio por las cosas, los pequeños no aprenden a valorar lo importante, saben que hagan lo que hagan, sus padre les darán lo que quieran. Esta es una trampa mortal que acaba con la felicidad de manera fulminante, esta práctica lo que hará es convertir a los niños en seres inútiles, para los cuales nada será suficiente”.

7. Enseñan autorregulación

Es muy importante que los niños tengan autodisciplina para que crezcan productivos y felices. La doctora Annie aconseja buscarles juegos que promueven la autorregulación, como aquellos donde toca esperar, calcular y posiblemente salir ganador si se tiene paciencia.

“Otra forma es dándoles responsabilidades sobre sus cosas. Diles cuánto tiempo tienen permitido jugar en el computador o ver televisión; diles cómo deben cuidar sus cosas, cómo se trata a una mascota, y en general, diles lo que esperas de ellos y hazles cumplir con lo que les pides.

Entre más rápido aprenden que deben respetar horarios, mejor les irá con el mundo, lo cual les abre el camino a la aceptación y reconocimiento de los demás, un camino seguro a la felicidad”.

¡No les exija perfección!

Otra novedad en el mercado es el libro de Christine Carter, socióloga del Centro para el Incremento del Bienestar de la Universidad de California, El aprendizaje de la felicidad, del sello Urano.

Aquí, la experta descubre y analiza 10 pasos para fomentar la felicidad en los niños… y en sus padres. Y no de ellos es pedirles a los hijos  esfuerzo, no perfección.

De acuerdo con la doctora Carter, “a menudo nos resistimos a aceptar incluso la mediocridad de los niños más pequeños. De hecho, a algunos progenitores, sobre todo a los perfeccionistas, les angustia la mera posibilidad del fracaso, porque, como todos nosotros, aman a sus hijos y desean verlos expresar todo su potencial; pero también porque tendemos a tomarnos un desastre o un resultado mediocre como un reflejo de nuestra propia incapacidad. ‘¿Qué habré hecho mal?, se preguntan los padres cuando los niños cometen errores o no rinden lo esperado.

Los hijos de unos padres demasiado pendientes de los resultados tienen más probabilidades de padecer depresión, ansiedad y consumo de drogas comparados con otros niños. Todos corremos peligro de incurrir en ese error, porque vivimos en un mundo de mentalidad rígida”.

Y ese querer ser perfecto, y peor aún, añorar que nuestros hijos lo sean, tiene consecuencias devastadoras, según la autora.

“Muchas personas suponen erróneamente que el perfeccionismo impulsa a los niños a ser los mejores de la clase, del quipo y, a la larga, de su profesión. Pero este rasgo de carácter no es un camino al éxito y desde luego no conduce a la felicidad.

Al contrario, tiende a empañar la victoria, provocando un estado permanente de insatisfacción, que viene alimentado por toda una sarta de emociones negativas como miedo, frustración y decepción. Los perfeccionistas ni siquiera disfrutan de sus logros porque siempre se fijan en lo que se podría mejorar.

El perfeccionismo impide a los niños arriesgarse y asumir retos, los impulsa a ocultar sus errores y a evitar las críticas constructivas.

De modo que tenemos elección. Podemos andar pendientes de si nuestros hijos ganan o pierden, de si parecen listos o tontos, de si dan muestras de talento o de mediocridad. O podemos ayudarles a comprender que hay muchas cosas en la vida –y en ellos-, además de sus victorias”.

LOS PADRES FELICES…

Crían hijos felices… ¡por supuesto! De acuerdo con la doctora Annie de Acevedo, “todos los estudios científicos muestran que hay una correlación directa entre madres deprimidas e hijos difíciles. Los niños que tienen padres con problemas son niños agresivos y con mala conducta”.

Entonces, que pueden hacer los adultos y padres de familia para mantenerse bien con ellos mismos y transmitir felicidad a sus hijos? La experta los explica en su libro Hazlos felices para que sean buenos. Aquí los enumeramos…

1.  Tener un grupo de amigos.

2.  Quererse y cuidarse a uno mismo.

3.  Hacer ejercicio.

4.  Sacar tiempo para resolver cualquier problema que se presente.

5.  Sacar tiempo para la vida en pareja, sin niños.

 

Fuente: El Universal

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