Cuando el niño es adoptado, ¿influye más la genética o el ambiente?

“En la formación de un ser humano incide más el factor familiar que la misma genética, porque esta última es parte del insumo con el que se cuenta para formar un ser humano, mas no el único con el que se hace una persona”, explica Adriana Chávez Estrada, psicóloga clínica y de familia especialista en infertilidad y adopción.

La experta explica que cuando los niños fueron adoptados de bebés, si sus condiciones de salud son buenas (sin ningún tipo de discapacidad), tienen la posibilidad de desarrollarse como cualquier otro niño, sin importar la manera como llegaron a la familia.


“Existen estudios que muestran cómo los niños que fueron adoptados no presentan mayores diferencias con aquellos que crecieron con sus familias biológicas, en términos de educación, valores y capacidad intelectual”.
Es decir, la familia y el entorno en el que crezca serán más decisivos en la formación de un niño.

Para la psicóloga Chávez, los valores se aprenden y, por tanto, los padres que adoptan un hijo son quienes le inculcan sus creencias y principios.
“Esto lo hemos visto, incluso, en la adopción de niños de 12 o 14 años. Pequeños que a pesar de haber vivido experiencias difíciles y completamente diferentes, han logrado integrarse a su familia a través del aprendizaje mutuo, del conocimiento de las diferencias personales  y culturales”.

La psicóloga no desconoce la genética, porque a partir de esta se desarrollarían condiciones positivas y negativas, como habilidades musicales, deportivas y físicas, hasta alcoholismo y adicción.

En cuanto a esto, afirma la experta, hay unas corrientes que indican que la genética es fundamental en este tipo de situaciones, mientras que otros señalan que el ambiente determina las posibilidades de que se presenten. “Yo creo que puede existir una predisposición genética, pero influyen más el ambiente y las circunstancias personales y, especialmente, familiares. Sin desconocer la genética, lo afectivo, ambiental y familiar es el detonante que activa la dificultad”.

Para ella, sería muy sencillo culpar a la genética de los errores que los padres han cometido, porque pueden evadir la responsabilidad que les atañe al momento de enfrentar las dificultades de un hijo, en relación con la educación que le han brindado.

“Por el hecho de no tener conexión genética con mis padres, no significa que yo posea unos valores diferentes, porque estos se enseñan, se transmiten dentro de la familia y de la cultura en la que el niño viva”.

Fuente: ABCdelBebé

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