Tras más de dos horas de vuelo, llegamos a Changsha, la capital de Hunan. En el aeropuerto nos esperaba la Directora del Registro Civil, una mujer encantadora y eficiente que estuvo el pasado año en España pues formaba parte de la delegación que acompañó al Sr. Zhang, Director del CCCWA.

Tras una cena tan rápida como picante, nos fuimos a descansar, aunque antes pasamos por las mesas de «pin pon» del hotel, lo que causó curiosidad de los deportistas que allí estaban de forma muy profesional, dándole a la pelota.

A la mañana siguiente estábamos muy temprano preparados para la gran visita. Primero iríamos al Registro Civil de la Provincia y después a los orfanatos. La mayoría de los niños era de Yueyang, a unas de dos horas de distancia, nuestro hijo Xiao es de la misma ciudad de Changsha.

Cuando el autobús paró en el Registro Civil, un nudo se me hizo en la garganta, era el mismo edificio donde recogimos a nuestro hijo. Al entrar me emocionó reconocer el banco de madera donde estuvimos sentados intentando calmarle, pues no paró de llorar un instante. Como bienvenida nos habían preparado en una pizarra la bienvenida a todos los pequeños a quienes deseaban un feliz regreso.

Al igual que nos pasó en la ceremonia del Centro Chino, vivimos unos emocionantes momentos, viendo la documentación de los pequeños que habíamos completado cuando en su día hicimos los trámites de adopción en la provincia. Los niños estaban muy felices viéndolo todo y redactaron entre todos unas cartas de agradecimiento para el personal del Registro.

Tras la ceremonia nos separamos, nosotros ibamos al orfanato numero 1 de Changsha, mientras el resto del grupo viajaba a Yueyang. El centro que visitamos no era en el que había estado Xiao, y eso fue una sorpresa para todos pues no lo sabíamos. El orfanato que en su día estaba lejos de la ciudad, lo habían trasladado a un edificio más céntrico, pues según le dijeron a Xiao cuando lo preguntó, era más fácil trasladar a los niños a los centros médicos.

El orfanato ahora es un edificio enorme y muy bien acondicionado que se encuentra en el centro de Changsha, tienen más de 500 niños que en su mayoría residen en familias de acogida. Cuenta con una sección de rehabilitación muy bien equipada, desde donde atienden a niños de otros centros de toda la provincia y a otros de la comunidad. La Directora del Centro y la jefa de las cuidadoras nos atendieron muy amablemente y nos llevaron hasta la zona donde están los niños más mayores, de la edad de Xiao aproximadamente.

No se bien todavía como ha vivido Xiao esta visita. Le gustó conocer el centro, sin duda, pero creo que ver a la mayoría de los niños que alli residen, todos con alguna patología, le causó una impresión muy profunda. Todavía no lo ha verbalizado, necesitará probablemente algún tiempo. Lo que más ilusión le hizo es que una de las cuidadoras le reconociera y le contara como era cuando estuvo en la institución. Siempre estabas moviéndote,eras muy activo, le dijo.

Después de la visita, fuimos a comer con la Directora y el personal del orfanato. Más tarde, nos juntamos en la cena con el grupo de Yueyang. Habían vivido también momentos muy emocionantes, similares a los nuestros pues el edificio de la casa de bienestar social era otro, y los niños que habían conocido eran mayores y con discapacidades, pero pese al impacto del momento todos los niños habían reaccionado muy bien.

Durante la cena, les hice entrega de un precioso certificado que el Director del Centro Chino había firmado para cada uno de ellos, con un mensaje precioso, querer siempre a vuestros padres adoptivos y estar orgullosos de donde procedéis.

Como dijo un famoso de la prensa rosa o del corazón,  se resume en dos palabras, IMPRESIONANTES.

A las ocho de la mañana estábamos todos listos con nuestras maletas en la recepción del hotel, fuimos primero a una fábrica donde nos explicaron en que consistía la terracota y cómo estaban hechos los guerreros, además entre muchísimas risas nos hicimos pasar por uno de ellos. Cuando terminamos esta visita, nos dirigimos al lugar donde se encuentran los guerreros. El lugar como casi todo en China es enorme, y desde la entrada hasta las excavaciones nos dirigimos en un coche eléctrico. Ni el calor ni la cantidad de gente que allí se concentraba impidió que quedáramos impresionados con la visión que descubrimos al entrar en la excavación número uno. Los guerreros son como las pirámides, ya sabes como son pues las conocemos por las innumerables ocasiones en las que las hemos visto en los libros y diferentes medios de comunicación, pero no por ello, cuando las conoces y vives, dejan de impresionarte.

Aprendimos a reconocer, entre las numerosas estatuas que desfilaban a nuestro frente, a los arqueros, a los soldados rasos y los generales, con dos moños y los bigotes hacia arriba, y admiramos la belleza y dificultad de elaborar tanta estatua única y diferente al resto. Siempre he sentido curiosidad por conocer más del emperador que hizo construir una tumba de esa magnitud!!!.

Tras disfrutar de una comida típica y rápida, nos llevaron al aeropuerto, un viaje emocionante hacia la provincia de Hunan, la cuna de muchos de nuestros hijos nos esperaba, y algunos disimulábamos el hormigueo en nuestras barriguitas…

A las seis de la mañana ya estábamos todos despidiéndonos de Pekín rumbo al aeropuerto, la ciudad de Xian y sus conocidos guerreros nos esperaba. Muy dormidos y con una bolsa picnic nos dirigimos a la terminal, y entre cabezadas y risas llegamos a esta preciosa ciudad, que muy restaurada y cuidada nos mostraba todo su esplendor con sus torres de la Campana y del Tambor.

Según llegamos a Xian nos llevaron a comer y sin apenas descanso, fuimos a visitar la muralla de la ciudad que disfrutamos recorriéndola en bicicleta, para sorpresa de la mayoría de los visitantes que esquivábamos en nuestro paseo y alegría de los más pequeños del grupo que se divertían con esta nueva forma de hacer turismo. Mientras dábamos el paseo, las vistas de los tejados de las casas de la ciudad era muy bellas y nos enseñaban como viven sus gentes.

Con las piernas un poco doloridas de competir con los niños en la bici, continuamos el paseo hasta el barrio musulmán de la ciudad y su maravillosa mezquita que sorprende por su silencio y tranquilidad en un barrio tan comercial y turístico. Para la cena nos eligieron un lugar de bailes clásicos con un menú a base de todo tipo de raviolis, pues es la comida típica de la ciudad.

Después de la cena nos llevaron de vuelta al hotel, al día siguiente nos esperaban los guerreros de terracota, que los pequeños y más mayores esperabamos con ilusión.

Hemos iniciado la gran aventura de recorrer con nuestros hijos el país que les vio nacer. A lo largo de estos días, intentaré encontrar un momento para compartir con todos vosotros esta maravillosa experiencia.

Día 19 de junio de 2011

Los nervios a penas nos han dejado dormir en el avión, pero finalmente ya estamos en Beijing!!!. Que alegría la de los pequeños saliendo del avión mirando por todas partes, y que sensación la de los padres observando babosos a nuestros hijos tan mayores, reviviendo aquel primer viaje que siempre marcará nuestras vidas.

En el camino del aeropuerto al hotel, miraba con curiosidad a alguno de nuestros ya no tan pequeños pensando que es lo que le estaría pasando por la cabeza, alguno observaba con curiosidad a través de la ventana la ciudad y sus gentes, sonriendo con emoción.

Nosotros mientras comentamos los cambios que Beijing ha experimentado en los últimos diez años, nada que ver con la ciudad que conocimos cuando cargados con cochecitos y potitos viajamos a por nuestro pequeños. Esta ciudad ya no es la misma, aparece moderna y majestuosa ante nuestros ojos que cansados del viaje pelean por no cerrarse.

No es fácil describir la emoción que sentimos pudiendo compartir con nuestros hijos, los momentos y detalles del viaje que hace años emprendimos para recogerles, solo puedo deciros que revivirlo está siendo maravilloso.