Huang Jinlian (75 años), junto a Wu Tiansheng (7), en su casa en Qinzhou, región autónoma de Guangxi, en diciembre. Tiansheng era un bebé cuando Huang lo encontró abandonado en una caja de cartón, y se lo llevó a vivir con ella.
Wu Tiansheng recoge botellas vacías que los transeúntes tiran en una plaza de la ciudad de Qinzhou, en la Región Autónoma Zhuang de Guangxi en el sur de China, y se las entrega a su “madre” de 75 años de edad.
La viuda Huang dijo que, un día de verano en 2005, ella y su marido encontraron a Wu, un bebé con labio leporino, abandonado en una caja de cartón cerca de un callejón.
“Nadie en la calle conocía al bebé o estaba dispuesto a ayudar, así que mi marido y yo decidimos llevarlo a casa”, dijo Huang.
Desde que su segundo marido falleció el año pasado, Huang ha luchado para criar al niño con un ingreso mensual de alrededor de 600 yuanes (95 dólares). La mitad de esa suma corresponde a un subsidio del gobierno, 200 yuanes provienen de la chatarra recolectada y 100 yuanes del alquiler de un apartamento de 20 metros cuadrados que le dejó su marido.
Huang y Tiansheng viven en una casa llena de desechos y muebles recuperados de la basura. Una olla de arroz y una radio son sus únicos aparatos electrónicos.
Huang le contó a China Daily que trató de enviar a Wu a una guardería, pero el muchacho pronto abandonó porque sus compañeros lo acosaban y lo ridiculizaban por ser el “hijo” de una recolectora de basura. Ser objeto de burla, sin embargo, no es el único problema del niño. Lo que es peor, sin embargo, es el limbo legal en el que se encuentra su identidad.
Debido a que Huang no informó a la policía cuando adoptó el niño y no hay testigos para probar que el niño había sido abandonado, la oficina
local de asuntos civiles no reconoce la adopción como legal. Sin un registro formal en el Departamento de Asuntos Civiles, las autoridades de
seguridad pública no pueden emitirle un hukou (permiso de residencia permanente).
Noticia publicada en People Daily
