“La historia realmente importa en el momento de formar apego”

Entrevista a Patricia Crittenden, psicóloga del Family Relations Institute de Miami.

Esta  especialista estadounidense en apego sostiene que le gustaría  “normalizar” la adopción, pero reconoce que en los casos de niños  mayores con historias difíciles, el convertirse en un cuidadoso  observador, puede resultar de gran ayuda para los padres.

Patricia Crittenden, Ph.D. en Psicología de la Universidad de Virginia,  se ha dedicado a estudiar en profundidad los temas de apego y adopción.  Tanto así, que desarrolló el Modelo Dinámico Maduracional. Éste es un  modelo que, según sus propias palabras, explica cómo los niños y las  personas a lo largo de su vida se organizan para protegerse de posibles  amenazas.

En el caso concreto de la adopción, se refiere a cómo el  niño va desarrollando comportamientos que le permiten lograr la  cercanía, protección y cuidados de los adultos. “Porque cada guagua  necesita apegarse a un adulto, el comportamiento de los bebés se  organiza para conseguir lo que sea de esa persona que está ahí, que le  asegure su supervivencia”, explica. Eso, desde el niño, porque desde el  punto de vista de los padres tiene otra perspectiva: se refiere a cómo  ellos aprenden a proteger a ese niño y cómo se cuidan a sí mismos para  poder protegerlo a él. “En muchos casos, en los padres adoptivos existe  la problemática de no ser capaces de tener hijos biológicos; entonces,  se refiere a cómo se conectan y encuentran la realización de su futuro  en un niño que no es biológicamente propio”, dice.

¿Qué pueden hacer los padres adoptivos para favorecer el apego con sus hijos?

Es  lo mismo para niños que van a ser cedidos en adopción que para aquellos  que se quedan con sus padres biológicos. El niño mira al que lo está  cuidando, siente sus brazos, cómo lo mece. Esa es la persona a la que  dirigirá su conducta de apego y va a dirigir todos sus esfuerzos para  cautivarla y lograr que lo ame y se quede con él para siempre. Es en  torno a quien organizará su conducta. Los niños no crecen en  refrigeradores. No esperan a que uno esté feliz. Ellos no esperan, se  apegan lo más fuertemente que pueden al adulto que está ahí y de la  manera que lo hacen es logrando que el adulto se apegue a él.

La  formación del apego se relaciona con el ambiente y las experiencias  afectivas que el niño haya tenido, de modo que cualquier pérdida o  cambio en su vida, va a significar que para ese niño será más difícil  adaptarse. Si un niño está en una institución con múltiples cuidadores y  no logra establecer una real relación con alguna persona, es lo peor  que le podemos entregar. Evitar que los niños vayan a instituciones o  familias de acogida, permitiría impedir que rompan sus relaciones con  otras personas una y otra vez. Los padres adoptivos en todo el mundo  -me imagino que será igual en Chile- son un grupo tremendamente  afectuoso. También hay un grupo diverso de personas y profesionales  preocupados del tema de la adopción. Si la atención se concentrara en  los padres adoptivos y los niños no tuvieran que ir a instituciones o  familias de acogida, creo que sería en favor del interés de los niños.

¿Está contra la institucionalización ante cualquier circunstancia?

Estoy  contra la institucionalización que no permite a los niños establecer  relaciones cuando hay un hogar esperando. En ese contexto estoy contra  la institucionalización. Si fuera una madre adoptiva, quisiera que el  niño no pasara por una institución y llegara directamente a mí.

En  su experiencia ¿qué es lo más recomendable para aquellos padres que  recibirán un niño y quieren fomentar y desarrollar adecuadamente el  apego?

Si van a recibir una guagua recién nacida que no  tiene experiencias anteriores con personas, simplemente relajarse y  disfrutar de ese recién nacido. Eres un padre, una madre, va a  funcionar. No veo la adopción como algo para lo que se necesiten muchas  cosas especiales. Me gustaría normalizar la adopción. Ese bebé,  especialmente si se recibe temprano, tiene un completo repertorio de  comportamientos para lograr que se enamoren de él. Hay que dejar que la  guagua haga lo suyo y responder. Sólo en los casos en que los niños han  estado por semanas o meses sin cuidado personal, han tenido relaciones  rotas con sus padres anteriores, entonces podrás encontrarte con  situaciones más difíciles de manejar. Pero de otra manera hay  simplemente que dejar fluir.

¿Qué pasa con aquellos padres que adoptan niños un poco mayores o con una historia previa difícil?

Eso  es más difícil. La historia importa, realmente importa. Y aunque ésta  sea difícil, suele ser más favorable que no tener una historia. El  maltrato es un problema, pero la negligencia es uno más serio; porque en  este caso la madre realmente no se preocupa de su hijo. Esto puede  tener un impacto aún más determinante en el futuro que el abuso físico,  porque el niño no es capaz de formar una relación continua y estable con  esta figura de apego. La mayoría de los niños con historias de  maltrato aprendieron que fueron muy amados por alguien que se preocupaba  tanto, que eran capaces de golpearlos o herirlos, para lograr que  hicieran lo correcto. Alguien estaba prestándoles atención, los veía,  tenía sueños e imaginaban lo que era bueno y malo para ellos. Y a veces  resultaba demasiado peligroso en su intento de cumplir esos sueños. El  maltrato provoca que los niños sean obsesivamente atentos a lo que los  padres quieren. Los convierte en diligentes, sobresaltados, pierden  espontaneidad por el miedo a hacer lo incorrecto. Todo esto puede  resultar difícil de manejar para los padres. Estos padres tienen un  hijo que está tratando de ser entendido, lo que permite trabajar con  ellos si logran comprender esta situación.

Un hijo que ha sido víctima  de negligencia aprende, en cambio, a no prestar atención a lo que los  padres hacen y sienten, a que el mundo no les presta atención y tampoco  les responde. Entre estos casos se encuentra el niño de la madre con  una depresión grave y crónica. Frecuentemente aprende a cuidarla, le  trae cosas, le sonríe cuando está triste. Está observando a su madre  todo el tiempo y se hace cargo de ella. Para los padres adoptivos que  reciben un niño con estas características puede resultar realmente  doloroso convertirse en el hijo amado del niño que reciben. En ese  sentido, los adultos esperan ser los padres y cuidar al hijo, pero el  niño puede sentirse inseguro si no cuida a los padres y eso puede crear  problemas de entendimiento. Pero siempre hay una solución si los padres  saben y entienden que el niño se siente seguro con esta conducta, ellos  lo pueden aceptar y comenzar a revertirlo lentamente, estando disponible  para el niño, permitiendo que baje sus defensas y que vuelva a ser niño  otra vez.

Entonces ¿es posible modificar este tipo de conductas?

Lo  es, pero tienes que hacerte muy predecible y disponible. De esta  manera, el niño lentamente entenderá que no vas a desaparecer, que no  entrarás en una depresión, por ejemplo. Debe ser un hogar muy  predecible, más esquematizado y con una rutina más establecida que un  hogar promedio. Los niños que son víctimas de negligencia no están  siendo vistos, en el sentido que nadie está formando una relación con  ellos. Se van a sentir incómodos con la cercanía. Entonces, los padres  adoptivos que quieren tomar a sus hijos, abrazarlos, sostenerlos,  contenerlos, van a verse rechazados por estos niños, justo cuando  esperan cumplir su deseo de hacer lo que los padres hacen con sus hijos. Los  niños que salen de instituciones y que han recibido un cuidado  afectivamente negligente, tienen menos acceso a los afectos y, por ello,  muy baja su habilidad para conectarse con otras personas. Si son  estimulados pueden desarrollar su área cognitiva, pero siempre tendrán  más dificultad en el área afectiva.

¿Hay alguna posibilidad de sanación?

Pareciera  que el amor nunca es suficiente. Si el niño ha tenido un largo tiempo  sin relaciones y me preguntas cuánto tiempo se requiere, la respuesta es  “mucho”. Si el niño no ha establecido una relación afectiva para la  edad de tres años, es posible que ya no pueda ser capaz de hacerlo. Sin  embargo, si sabemos que está absolutamente disponible el día que nace y  menos para la edad de los tres años, el objetivo debe ser el trabajar en  ese tiempo intermedio.

¿Cuál es el mensaje para los padres, entonces?

Si  les toca recibir un niño que ha vivido alguna de estas circunstancias  especiales de las que estamos hablando, entonces deben prepararse con  algún tipo de estrategia y pensar un poco más lo que harán. Si el niño  ha sido maltratado, ha tenido que lidiar con una madre depresiva o ha  tenido padres adictos, ha estado institucionalizado o ha sido víctima de  negligencia, y de acuerdo al tiempo que haya sido expuesto a estos  problemas, más precavidos y preparados deberán estar los padres. El  único consejo general que les puedo dar y sin miedo a equivocarme, es  convertirse en un cuidadoso observador. Cuando hago esto, me doy cuenta  de lo que usualmente mi hijo hace, luego tratar de modificar su conducta  y ver si logro provocar cambios. Por un tiempo representará un esfuerzo  significativo el intentar coincidir con la estrategia del niño, pero  una vez logrado esto, voy a poder manejarlo cada vez mejor.

Fuente: Revista Adopción y Familia

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