Más del 60% de los niños en centros de acogida requieren atención psicológica

Jorge Fernández del Valle

Jorge Fernández del Valle, catedrático de Intervención Psicosocial de la Universidad de Oviedo, estima que más del sesenta por ciento de los niños que ingresan en un centro de protección de menores presentan algún trastorno psicológico que requiere una intervención profesional y considera que la detección de los problemas de ansiedad, angustia o depresión entre esos niños es escasa, dado que los cuidadores centran su atención en los chavales con problemas de conducta, que interfieren más en la convivencia. «Si tienes dos niños muy agresivos tu problema es proteger a los otros seis, que son más vulnerables. De eso se quejan los cuidadores», señaló.

El catedrático, que desde hace años encabeza el Grupo de Investigación en Familia e Infancia (GIFI), presentó ayer los resultados de una investigación sobre la salud mental y el bienestar de los menores que han llevado a cabo en la comunidad extremeña. Ahora emprenden un proyecto nacional, ampliando su investigación al País Vasco, Cantabria, Murcia, Tenerife, Asturias y a los hogares de Aldeas SOS, y otro de ámbito internacional.

Fernández del Valle se refirió al sistema de protección de menores del Principado. «Su estructura tiene que cambiar, requiere una mayor flexibilidad», indicó. La Administración asturiana tiene bajo su tutela a unos trescientos cincuenta niños. «Asturias tiene un nivel muy alto de detección de menores en situación de desprotección, los equipos repartidos por los ayuntamientos lo están haciendo muy bien. Hay muchos centros públicos de acogida, grandes, poco actualizados pero atendidos por gente con mucha experiencia», detalló.

Hace cuatro años, explicó, los investigadores del departamento de Psicología hicieron «un diagnóstico» del sistema de protección de menores en Asturias, a instancias de la Consejería de Bienestar Social, y llegaron a la conclusión de que «estaba anquilosado, en la misma situación que en el año 1990 o en 1991». El investigador aludió a aspectos «muy mejorables», como el hecho de que, desde que se detecta una situación de desprotección, el menor va pasando de mano en mano, de un servicio a otro, sin un profesional que se haga responsable de él y lo acompañe durante todo el proceso. «Eso ya no sucede en ningún otro sitio», señaló.

La llegada en aluvión de menores extranjeros no acompañados hace unos años obligó a los servicios sociales a volcarse en la solución de esa nueva situación, «que supuso un tsunami», según Fernández del Valle. De las cuatrocientas plazas en centros de acogida de los que dispone el Principado ciento setenta llegaron a estar ocupadas en determinados momentos por menores extranjeros, según los datos que maneja el catedrático. «Ahora se ha reducido, por circunstancias económicas y políticas, pero estos últimos años fueron muy caóticos por esa razón», reconoció.

De todos modos, no son los menores extranjeros los que incrementan el porcentaje de enfermedad mental entre los niños en acogimiento, según Jorge Fernández del Valle, ya que en su inmensa mayoría son niños sanos.

Entre los enfermos, lo más común son los problemas de atención y de conducta. «El setenta y siete por ciento presenta conductas perturbadoras», señaló. Muchos de los niños que acaban en manos del sistema de protección llegan ya con un tratamiento psicológico, comentó, que a menudo abandonan con la quiebra que supone en sus vidas su nueva situación. Por otro lado, es partidario de prestar atención a su formación, descuidada a veces a causa de los problemas psicológicos y afectivos con los que cargan. «El rendimiento escolar es el mejor proyecto de futuro», declaró.

Fuente: La Nueva España

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