Madres adoptivas un amor a prueba de todo

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Pudo haber sido una noticia más de esas que diariamente saturan los medios de comunicación. Más no para la abogada Silvia O. L., quien desde que oyó la historia de un niño indígena que había sufrido un trágico accidente en Lepaterique, sintió una especial conmoción en su corazón.
No vaciló en ir a visitarlo al Hospital Materno Infantil, en donde se recuperaba lenta y dolorosamente de una inmerecida herida que la vida le había hecho casi al  momento de nacer.Lo que parecía una vida perdida floreció desde el momento en que la conocida profesional del derecho tomó en sus brazos a la desvalida criatura, para establecerse una mágica conexión, que aún permanece, luego de 10 años…

Así pues esta madre decidió amar a ese ser inocente, completamente ajeno a ella e incluso desconocido, convirtiéndose en un auténtico acto de amor y valor, en el que lo esencial, era la motivación de ofrecerle una mejor calidad de vida en lo psicológico, social y espiritual.

A pocas horas de celebrarse el Día de la Madre, Diario La Tribuna, presenta este conmovedor testimonio, de una exitosa abogada que decidió amar incondicionalmente a un pequeño niño desprotegido a través de la adopción.

La adopción un verdadero acto de amor

Esta conmovedora historia de amor materno, nació luego de que Silvia vio en un programa de televisión, el caso de un recién nacido abandonado que había sufrido un trágico accidente en el que había perdido parte de su pierna.

“La noticia me impactó tanto que esa noche me acosté  acongojada y triste al ver la situación de aquel niño desamparado que enfrentaba una precaria situación en el Hospital Materno Infantil”.

Al día siguiente, los medios de comunicación dieron seguimiento al caso y pasaron imágenes del niño gritando y llorando de dolor, y fue desde ese momento que la conocida profesional decidió que tenía que ayudarlo, más no adoptarlo.

“Me acuerdo que llegué con unos pañales a la sala donde él estaba, y le pedí a la enfermera que me lo mostrara. Cuando lo vi por primera vez, surgió una conexión  inmediata y su mirada me enamoró de tal manera que quedé convencida de que yo lo quería a mi lado”.

Desde entonces, sus visitas al centro hospitalario eran cada vez más frecuentes y dieron lugar a que ambos establecieran un vínculo afectivo casi fuera de serie.

“Nuestro cariño era tan evidente que desde que yo llegaba a darle sus pepitos, él me observaba con una inteligencia especial  y mientras se los tomaba podía ver en su carita, lo aferrado que estaba a la vida, pero a la vez la necesidad que tenía de una mano amiga que lo ayudara a salir adelante”.

En ese momento, sin pensar en la reacción de su familia,  esta valerosa mujer comenzó a agilizar el papeleo correspondiente para la adopción de aquel bebé que le había robado el corazón, y cuando todo estaba listo se los hizo saber.

Al enterarse, cargado de dudas sobre la importante decisión que marcaría sus vidas para siempre, su esposo, el también abogado Ramiro Lozano, comenzó a hacerle ver las ventajas y desventajas de tener un nuevo miembro en la familia, pero perturbado ante tanta insistencia, accedió al desesperado anhelo de doña Silvia, y se convirtieron en padres por tercera vez.

Gracias a la impecable honorabilidad de su familia, el proceso de adopción resultó más fácil, y en pocos días el hogar se había llenado de alegría al obtener la patria potestad de aquel robusto muchachito que aunque no nació en una cuna de oro, su futuro cambió gracias al noble corazón de este admirable matrimonio.

Con el paso del tiempo, los esposos dialogaban sobre el momento en que tendrían que revelarle la verdad de su origen a Sebastián, ya que a su juicio no era justo que el pequeño viviera engañado.

“Cuando cumplió cuatro años, decidí que era el momento adecuado porque ya comenzaba su etapa escolar y tomando en cuenta lo groseros que son los niños, preferí revelarle el por qué su familia era diferente, y el fuerte sentimiento que nos motivó a adoptarlo”.

Su reacción fue satisfactoria, gracias al amor de su familia que ha generado en él, más seguridad para saber enfrentar los problemas de la vida y los malos comentarios que en vez de herirlo, fortalecen su autoestima.

Es importante destacar que el pequeño Sebastián se integró al hogar de esta pareja de exitosos abogados en el mejor momento, pues en ese entonces, sus únicas dos hijas se encontraban estudiando en el extranjero, y su ausencia había dejado un vacío en el corazón de ambos.

Sin embargo, con la llegada del nuevo miembro, los esposos han tenido que acoplarse a una nueva vida. “No ha sido fácil, pero la satisfacción que nos genera nos hace saber que todo esfuerzo ha valido la pena”.

Ahora, las dudas de don Ramiro han desaparecido y Sebastián se ha convertido en parte esencial de sus vidas. “El ver el gran amor y admiración que ambos se profesan, es indescriptible para mi. Mi esposo no sale de casa sin Sebastián, e incluso cuando vamos de viaje, el primero que alista su equipaje es mi muchachito”.

Diez años después, para la satisfacción de sus padres, Sebastián es un brillante estudiante de la Discovery School, que además de ser un fiel amante de la tecnología y las matemáticas, habla varios idiomas, juega fútbol y corre por el jardín como cualquier niño de su edad.

“Ver el gran cambio que ha tenido mi hijo me enorgullece en gran manera, no puedo imaginarme la vida sin él. El es el niño soñado, y la verdad nunca creí que iba a lograr tanto en él,  porque solo en los sueños suceden cosas tan maravillosas como tenerlo junto a nosotros”, concluyó Orellana.

Fuente: latribuna.hn

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