«No me acuerdo», o la narrativa de una adopción

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Presentación de un Protocolo integrativo de Psicoterapia Breve que combina la Terapia Narrativa con EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) para el tratamiento de los recuerdos traumáticos disociados en niños con historia de trauma relacional temprano.

Resumen: en los últimos años, la investigación en neurociencias ha venido a demostrar y confirmar lo que los clínicos que trabajamos con trauma psíquico veníamos intuyendo y validando cada día de trabajo: que la experiencia traumática en los primeros años de vida deja una «herida» que se extiende y se expresa, de forma más o menos sutil, en modos diferentes pero relacionados: desde el sustrato más básico y nuclear de las estructuras cerebrales hasta el complejo sentir, pensar y narrarse correspondiente a la necesidad de encontrarle sentido a dicha experiencia. Y que este modo de expansión y expresión puede ser el responsable de la sintomatología que desarrollan algunas de estas personas sometidas a tales experiencias traumáticas.

Se revisan en este artículo los principales hitos de la investigación en neurociencias que podrían explicar esta patología postraumática y se presenta un nuevo protocolo terapéutico integrador basado en los principios básicos de la Psicoterapia Breve, las Terapias Narrativas y EMDR. Asimismo, y para ejemplificar el desarrollo del protocolo, se presenta un caso clínico de sintomatología disociativa asociado a conflictos en adopción internacional tratado por la autora.

Introducción (primeros párrafos)

«Que creamos no recordar no significa que no recordemos. Que no tengamos una historia que contar sobre nosotros mismos, sobre lo que nos ocurrió, no limita, ni mucho menos anula, las posibilidades de que aquello ocurriese. En la adopción, el niño adoptado puede afirmar que no recuerda quién era o cómo era su vida antes de ser adoptado, quiénes eran sus padres biológicos o las personas que le cuidaron sus primeros días, meses o incluso años; puede afirmarlo, puede incluso estar convencido, pero no por eso podemos dejar de dudar de la «veracidad» de sus palabras…

Que no pueda acceder conscientemente a la información almacenada en su memoria no significa que ésta no exista. Es la memoria implícita, (somatosensorial, esa que «guarda» el cuerpo), la clave en estos casos. Y que la información está ahí es innegable, incuestionable. Como lo es también que, de alguna manera, busca contarse, narrarse… Y debe hacerlo. Y nosotros, profesionales de la psicoterapia, debemos contribuir a que ese acto (el paso que transforma el self somático en self reflexivo, capaz de entenderse y entender a los demás) se lleve a cabo. Pero para ello, y en especial en estos casos (como en todos aquellos en los que se han vivenciado experiencias traumáticas) es necesario encontrar la vía de acceso a esas experiencias pasadas que el paciente no puede poner en palabras, la manera de transformar esa memoria implícita en memoria explícita, en una narrativa cargada de experiencia consciente. Porque, además, y como decía Frieda Fromm-Reichmann: «el paciente necesita una experiencia, no una explicación».

Begoña Aznárez Urbieta. Psicóloga Psicoterapeuta (EFPA). Presidenta de IDAE (Instituto para el Desarrollo y la Aplicación de EMDR) y Vicepresidenta de la SEMPyP (Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia)

Publicado en Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia. Vol. 3 n.° 1, 2013.

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Fuente: www.psicociencias.com

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