Coaching y Adopción – Ana Mª Prats

”Da más fuerza saberse amado que saberse fuerte. La certeza del amor, cuando existe, nos hace invulnerables” Goethe

La adopción supone la incorporación de un nuevo miembro en la familia de manera plena, en situación idéntica a la de un hijo biológico, pero con la particularidad de que ya ha nacido y proviene de otro entorno e incluso, en muchos casos, de otro país o raza. En este proceso de inclusión propio de la adopción, se pueden producir situaciones de dificultad y crisis (entendida como cambio). Así pues, son propias de un proceso de adopción las siguientes situaciones:

  •       Las expectativas de los padres respecto de la nueva filiación (niñ@ ideal/niñ@ real)
  •       La creación del vínculo (ser referentes)
  •       El ajuste en la convivencia (después del primer año: Luna de miel)
  •       La incorporación del menor, con su bagaje, en la familia (sentimiento de pertenencia, vinculación)
  •       La adaptación del menor a su nuevo entorno familiar (familia extensa)
  •       La gestión por parte de los padres en la revelación de los orígenes del menor, el país  de origen y a nivel emocional (¿quién soy yo?)
  •       Las fases evolutivas del menor, adecuando las actitudes y entrenando en función de sus capacidades, y
  •       la integración del menor en su mundo social.

Todas estas reflexiones tienen que ver con el mundo emocional familiar que nos lleva a generar actitudes concretas. Los pensamientos se concretan en sentimientos, éstos en acciones y las acciones en resultados.

Esta máxima del Coaching nos puede ayudar a entender la utilidad de esta disciplina en todo proceso de cambio en la vida de cualquier individuo y en especial en el de las relaciones familiares. Así como en la concreción de las capacidades de los padres, conscientes de su labor como educadores y entrenadores para la vida. Para ello, es necesario saber motivar y hacer aflorar en nuestros hij@s el planteamiento de opciones y acciones para alcanzar sus metas.

Al hilo de este razonamiento, cabe destacar también la importancia de la calidad en las relaciones parentales como figuras de referencia. En la medida en que los roles y estas correspondencias son equilibradas, estables y armónicas, así devendrán las experiencias de los menores. Teniendo en cuenta que nuestros hij@s además tienen detrás una historia no siempre constructiva, nuestro encuentro puede convertirse en el encuentro de dos historias de amorque han recorrido arduos caminos para encontrarse (tanto los padres –la mayoría de adoptantes vienen de un largo periplo para solventar la infertilidad- como los hijos, con una mochila a cuestas de carencias emocionales, abandono, frágil desarrollo físico, etc. en muchos de los casos).

El Coaching nos puede ayudar en la recolocación de nuestras emociones, tanto en el periodo de espera de la llegada del menor, como en el encuentro, la adaptación, la creación de los vínculos, la integración y la adaptación. Todo ello, desde nuestra posición actual con respecto a nuestra familia, hasta llegar a ser los padres que realmente queremos para nuestros hij@s. Si es desde la plenitud personal, que nos lleva directamente al sentimiento de altruismo con el que nos identificamos al crear nuestro núcleo familiar, lograremos realmente la felicidad para nuestro proyecto familiar. Empezando por nuestras emociones podremos concretar acciones que nos faciliten la tarea, no siempre fácil, de empatizar con los nuestros y ofrecer lo mejor de nosotros mismos para el sano desarrollo individual de los pequeñ@s como personas libres, exitosas y felices.

Ana Mª Prats Cedó – Coach de Familia de su blog: Ser Familia

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