Motivación para adoptar a un niño

Los motivos para decidir adoptar un niño pueden ser muy diversos, unos más frecuentes que otros, pero todos respetables, siempre que se trate de una decisión responsable y meditada. Vamos a hablar de los más habituales.

Adoptar por infertilidad

El motivo por el que más frecuentemente recurren las parejas a la adopción es por infertilidad. Su deseo de ser padres se vuelca en primer lugar en la paternidad biológica y solo cuando esta falla se piensa en la posibilidad de adoptar a un pequeño. Es un proceso muy normal: la primera idea que tenemos en general de nuestros futuros hijos es que los concebiremos nosotros mismos de forma natural.

Este proceso no está exento de escollos, incluso de dolor. Por mucho que concibamos la adopción como una forma perfectamente válida de ser padres, la evidencia de la imposibilidad de hacerlo de forma biológica suele causar en las parejas un duelo que debería ser superado antes de decidirse por adoptar. Y no siempre es fácil superar ese duelo: la presión social por concebir con la que se encuentran las parejas, los largos y penosos tratamientos de fertilidad, con su carga de estrés y, si no funcionan, de frustración, o las propias expectativas previas respecto a la paternidad son factores que crean conflictos tanto a nivel individual como de pareja. Si se consigue aceptar, digerir, este hecho, a menudo la idea de la adopción se presenta como una nueva vía que devuelve a los futuros padres la ilusión por tener hijos y un nuevo proyecto de vida.

También es muy frecuente que una pareja infértil decida tras el diagnóstico, por motivos diversos (médicos, psicológicos, religiosos…) y todos respetables, no intentar ningún tratamiento de fertilidad y optar por la adopción en primera instancia. Cuando es así, lo principal es que esta decisión sea firme y que la pareja se blinde ante la presión social que recibirá y que en la mayoría de los casos será mayor que la que suelen sufrir las parejas que han pasado por los tratamientos de fertilidad sin éxito.

Adoptar como proyecto de vida

Muchos otros padres deciden directamente criar y educar a un niño ya nacido que necesita una familia, en vez de traer otro al mundo, tanto para fundar una familia como para ampliarla. A ello pueden moverle motivos similares a la solidaridad: compartir su familia, conciencia sobre el gran número de menores desamparados en el mundo que no disfrutan de su derecho a tener un entorno familiar, etc.

Pero en general se funda en el deseo simple y primordial de formar una familia y en el convencimiento de que la adopción es una vía totalmente válida que merece ser planteada como primera opción, especialmente cuando en los futuros padres o madres no existe el deseo o la necesidad previa (o incluso el instinto) de serlo por la vía biológica.

Adoptar por caridad

Los padres adoptivos suelen oír a menudo comentarios de personas de su entorno y de desconocidos, alabando la «gran labor» que han realizado al adoptar a su pequeño. Y es que la idea de la adopción como acto caritativo está bastante extendida en la sociedad. El problema puede surgir en algunos casos cuando ese es el único motivo que impulsa a los propios padres adoptivos hacia ese tipo de paternidad. En ocasiones, este impulso «caritativo» puede implicar la expectativa de que el hijo deba a sus padres algún tipo de agradecimiento por el hecho de haber sido adoptado, sentimiento no muy recomendable como base para la relación entre padres e hijos.

Una familia no es una ONG; es lo que repiten los psicólogos implicados en el proceso adoptivo a los futuros padres. Hay muchas maneras de ayudar a niños desfavorecidos, incluso volcándose en ellos, que no implican una relación paterno-filial. Ser padre o madre es otra cosa bien diferente y eso es algo que los futuros padres adoptantes tienen que tener muy claro antes de embarcarse en un proyecto de tal envergadura.

Es cierto también que muchas entidades que participan en los procesos de adopción pueden tener una motivación solidaria: la de darle una familia a niños que no la tienen; es un concepto que puede estar imbricado en el proceso adoptivo de una manera u otra, por parte de cualquiera de los agentes implicados. No se puede negar que, para el niño adoptado, la vida le cambia totalmente (normalmente para bien): no se puede comparar la atención de la que disfruta en una familia que la que puede darle una institución.

Pero la adopción es sobre todo, cara a los padres, una manera de satisfacer el deseo de formar una familia y, cara a los hijos (lo que es más importante), lo que la sociedad hace para permitirle disfrutar, no ya de una «oportunidad de oro», sino de su derecho fundamental a ser criado por unos padres que lo quieran y lo cuiden durante toda su vida.

Cuando la paternidad biológica no es una opción

Hay veces en las que la paternidad o maternidad biológicas no representa una opción evaluable. Es el caso, por ejemplo, de personas solas que quieren formar una familia sin necesidad de compartirla con otra persona ni contradecir sus principios morales.

Es posible también encontrarse con futuros padres o madres que no puedan optar por la vía biológica por prescripción médica: enfermedades previas o malformaciones que podrían complicar el embarazo o el parto, riesgo de transmitir alguna enfermedad hereditaria… Hay muchos motivos por los cuales un médico puede desaconsejar la concepción de un bebé.

En estos casos y otros semejantes, la adopción se presenta para estas personas como la única opción para llegar a ser padres o madres.

Pepa Simón

Fuente: Bebé Doctissimo

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