No somos héroes, la suerte es nuestra

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Dos familias decidieron adoptar niños con necesidades especiales. Según sus palabras, ´No somos héroes, la suerte es nuestra´

Fran y Nuria pasaron de ser dos a tener la cartilla de familia numerosa. De la noche a la mañana se encontraron con tres niños que le han cambiado la vida. A mejor.

Pablo, Lucía y Arturo (nombres ficticios) aterrizaron en sus vidas hace algo más de un año y la llenaron de risas, colores y ternura. Entonces, este grupo de hermanos no superaba los 12 meses, los tres y los cinco años y aunque se encontraron con los déficit habituales en este tipo de niños, nacidos en familias desestructuradas o con grandes problemas de base, ahora van a la par que sus compañeros en el colegio y hacen las delicias de propios y extraños.

Esta joven y fuerte pareja, que trabaja en un centro educativo de la provincia, decidió en 2009 que quería adoptar. Al interesarse por los trámites y conocer más en profundidad en qué consistía, se toparon con un muro: no había bolsa de niños «sanos», todos los que podían ser adoptados eran de necesidades especiales.

No se lo pensaron, sobre todo porque al conocer cómo funcionan las internacionales comprendieron que aún creyendo que podían adoptar a un niño sin problemas, este podía traerlos de base y sin comunicar, cosa que no ocurre en España, donde están diagnosticados.

Fran cuenta que no dudaron en optar por estos niños, aunque prefirieron hacerlo por un grupo de hermanos. «Sabíamos que alguno podía traer algo como una sordera, una alergia… pero estaban sanos. Sólo tenían un leve retraso madurativo». Y es que estos niños no hablaban y apenas andaban tras haber estado largo periodos de tiempo en cuna o carritos de bebé. «No los habían estimulado y eso tuvimos que hacerlo nosotros cuando llegaron a casa». «Se han adaptado bien a nosotros, estamos muy contentos con ellos. Tuvimos que estar dos semanas fuera y esos primeros días son difíciles, pero creíamos que nos iba a costar más y ellos nos llamaron papá y mamá desde el primer momento», cuenta Fran, que reconoce que la familia ha sido un pilar fundamental en el que apoyarse.

Nuria reconoce que cuando les comunicaron la decisión que habían tomado, les extrañó. «Pero lo aceptaron, los quieren muchísimo, lo nuestro es muy natural, es duro porque hay que trabajar mucho con ellos, pero ellos necesitaban una papá y un mamá». Por eso piden conciencia a los demás ciudadanos. «Hay niños estupendos de más de 7 años en los centros».

La pareja reconoce que nunca volvería atrás. «No somos héroes, somos afortunados de haber creado una familia, la suerte es nuestra», zanja Nuria.

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La empatía y la solidaridad forman parte de los valores de María y Juanlu, una pareja que, incluso antes de conocerse, tenía claro que adoptarían a un niño para darle una vida fácil y cómoda. Una nueva oportunidad.

El destino podía no haberlos puesto en contacto, pero sabía que una decisión tan meditada no debía ser desaprovechada. Esta pareja no tiene problemas biológicos y antepusieron adoptar a tener hijos propios, aunque no descartan tenerlos en el futuro.

«Queríamos que el niño tuviera alguna discapacidad, pero nunca pensamos que fuera tan rápido el proceso», dice Juanlu. Reconoce que les sorprendió que su hija Alba (nombre ficticio) llegara solo nueve meses después de inscribirse en el registro de adopciones para niños con necesidades especiales.

Con siete años, la niña es una luchadora nata. Nació con dificultades y tras muchos estudios determinaron que padecía el síndrome de Goldenhar. Es sorda de nacimiento pero gracias a un audífono oye.

Además, tiene malformaciones en la columna y necesita de una reconstrucción en las orejas. «Cognitivamente está algo por debajo de su edad porque no oyó durante sus primeros años», señala el padre. Además, apunta a que su mujer, experta en Audición y Lenguaje, ha aprendido el lenguaje de signos por si más adelante la necesidad lo requiere.

Juanlu asegura que su familia respondió muy bien a su decisión y siempre nos han apoyado. «Es la experiencia más importante de nuestra vida. Verla feliz nos da fuerzas para seguir».

Pese a que todo el mundo piense lo contrario, aseguran sentirse egoístas. «Decidimos desde el punto egoísta que queríamos ser padres. Lo que hemos hecho no es especial, aunque de cara a los demás puede parecerlo sólo luchamos para sacarla adelante».

Por su parte, Nuria asegura que su planteamiento fue sencillo. «Cuando me lo planteé pensé en que tenía las mismas opciones que al quedarme embarazada. Podía igualmente tener un hijo biológico discapacitado».

Asegura que los dos tenían muy clara la decisión y, lo más importante, se veían capaces de hacerlo.

Así, cuenta que en Bienestar Social les informaron de lo delicado de su elección, y cuando le llamaron tan rápido para la adopción, les dijeron que si no aceptaban el caso, no pasaba nada. «Pero lo tuvimos claro y dijimos que sí».

«Nos hacía ilusión porque hay niños que están mal y no tienen familia y se les puede ayudar. Al final es al revés, el beneficiado eres tú, tú eres el que te llevas al niño a tu casa y lo disfrutas», co incluye María, la otra mitad de una pareja muy comprometida.

Fuente: laopiniondemalaga.es

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