El niño en espera de una familia: Entre esperanza y realidad

ISS-SSI

Nuevo editorial del Boletín Mensual de SSI/CIR Centro Internacional de Referencia para los Derechos del Niño Privado de Familia.

Continuemos nuestra reflexión sobre la espera enfocándonos ahora en el niño. Son numerosos los factores que deben tenerse en cuenta para  acompañarlo durante este período en que se mezclan sentimientos contradictorios, la inmensa esperanza de ser acogido por padres que le quieran al  mismo tiempo que el miedo a lo desconocido.

Pensar en la espera por parte del niño plantea varias cuestiones, siendo la primera de ellas la necesidad de ponerlo en una posición de espera de una  familia que esté preparada para acogerlo de forma definitiva, con el riesgo de una posible decepción debida a ciertos acontecimientos de la vida o de los  procedimientos. Así, la Autoridad Central de Filipinas ha elegido correr este riesgo y prepara al niño a este encuentro incluso antes de la fase de  asignación. Distintos factores externos pueden, por otra parte, afectar a esta espera, ya sea prolongando su duración, o al contrario precipitando su  resultado. Como ya se mencionó en el editorial anterior relativo a la espera por parte de los futuros padres adoptivos, decisiones o acontecimientos  repentinos como la imposición de una prórroga, cambios legislativos o procesales, una crisis política o también una catástrofe natural pueden implicar  plazos más largos o incluso imposibilitar los proyectos de adopción. Además, el sistema de protección de la infancia del país de origen también tiene un  impacto importante en esta espera, especialmente cuando ignora las medidas de protección de la infancia de tipo familiar y da prioridad a la  institucionalización a largo plazo. Son muchas las situaciones delicadas que comprometen la espera y la esperanza de un niño privado de familia de ser  acogido por padres que le quieran; son muchas las situaciones que requieren por parte de las personas encargadas del niño grandes calidades de  adaptación y los medios adaptados.

Conocer bien al niño

La edad, la historia del niño, las condiciones de su abandono así como sus necesidades específicas tienen un impacto en la manera en que vivirá la  espera de una familia. Como lo explicó la Dra. Fanny Cohen Herlem en un anterior Boletín Mensual, un niño no comprende de la misma forma la noción  de tiempo a los 3, 6 u 8 años (véase Boletín Mensual Nº 02/2010). Además, cuando se trata de un niño que presenta necesidades especiales, este debe  asumir el hecho de que su situación es diferente, comparada, principalmente, a la de los niños muy jóvenes con buena salud a los que los adoptantes  vendrán antes a buscarles. En tales casos, conviene intentar prever con el niño otras posibilidades como el acceso a la vida independiente, cuando se  trate de un niño mayor, por ejemplo, o la instauración de un apoyo o de una tutoría más individualizado (véanse Boletín Mensual Nº 09/2011, 11-12/2012 y  02/2013). Todos estos son datos que la persona encargada del niño debe conocer para acompañarlo lo mejor posible. Se han elaborado, en este  sentido, distintas herramientas como la “carta para más tarde en la vida” o también los libros de vida para los niños para equipar a los profesionales. A este respecto, el SSI está en fase de finalización de un cuaderno de vida destinado más específicamente a los niños que presentan una discapacidad.  Este cuaderno será presentado próximamente en el Boletín Mensual (véase también nuestra base de datos bibliográficos en línea para tener acceso a  otros modelos). Estas herramientas van a permitir planificar la espera del niño, implicarlo en la construcción progresiva de su proyecto familiar y ofrecerle  la posibilidad de expresar sus emociones y sentimientos.

Un entorno favorable

La creación de un clima de confianza en el cual el niño podrá comunicar sus miedos, dudas y esperanzas a los adultos que giran en torno a él es por  tanto fundamental. Por ello, conviene dar prioridad al acogimiento temporal del niño en un entorno de tipo familiar, el cual es mucho más propicio a la  creación de un entorno favorable para la espera del niño. En la medida de lo posible, el acogimiento familiar debería ser promovido respecto del  acogimiento en instituciones, en donde la atención individual hacia el niño es mucho más aleatoria. Efectivamente, si bien las medidas de tipo familiar  también pueden plantear cuestiones, en particular la del apego entre el niño y la familia acogedora antes de un procedimiento de adopción, constituyen  una alternativa a los efectos perjudiciales de la institucionalización para el buen desarrollo de los niños, en particular cuando se trata de niños de 0 a 3  años. Así se han lanzado iniciativas regionales en Europa del Este y Asia Central así como en Latinoamérica y el Caribe a través del  proyecto “Poner fin a la colocación de niñas y niños menores de tres años en instituciones de protección o cuidado en América Latina y el Caribe”1, con el que RELAF,  colaborador clave del SSI, contribuye activamente.

¿Cuándo termina la espera?

La espera no termina con la asignación de una familia para el niño. Los encuentros pueden ser numerosos y espaciados en el tiempo antes de que el niño se reúna definitivamente con sus nuevos padres. En esta etapa del proceso los futuros padres adoptivos tienen que desempeñar un papel importante para alimentar con confianza la espera del niño y asegurarle su presencia a pesar de la distancia que aún los separa. Gracias a herramientas  como el “paquete de bienvenida” propuesto por la Autoridad Central de Filipinas, los futuros padres adoptivos van a poder, principalmente, acompañar al niño y colocar los primeros pilares de su relación futura. Por otra parte, la espera no terminará hasta que padres y niño hayan conseguido,  con ayuda de herramientas como las propuestas por Johanne Lemieux, aceptarse tal y como son y crear el vínculo afectivo fundamental  para la construcción de la familia tan esperada por el niño y sus nuevos padres.

El equipo del SSI/CIR
Mayo de 2013

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