La silenciosa labor de las familias de acogida

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Una vez al mes, Laura Cruz recibe un correo electrónico desde Faenza, norte de Italia, con imágenes de una niña de ocho años viajando por distintas ciudades de Europa, junto a sus padres adoptivos. Hasta marzo de 2012, Cruz y su familia de Estación Central eran los guardadores de la menor, mientras se resolvía su adopción.

“La tuve cerca de un año y no fue tan complicado separarme, porque siempre asumimos que no era nuestra, que terminado el proceso tenía que irse y que nosotros ayudábamos a que ella se sanara de malas situaciones vividas antes. Ahora mantengo contacto y me envían fotos”, comenta Cruz.

El sistema de familias guardadoras y el bien superior de los menores fue objeto de debate esta semana, tras conocerse el caso del carabinero José Luis Paredes, quien huyó con una menor de tres años que guardaba, para eludir una orden judicial que solicitaba devolver a la pequeña al Servicio Nacional de Menores (Sename). Paredes, cuya pareja espera a su primer hijo, llevaba meses intentando quedarse legalmente con la niña, pero la regulación del Sename impide a las familias guardadoras adoptar a los menores que cuidan. Su motivo para tomar esta determinación: que “no queremos que sufra si la separan de nosotros, que somos su familia”, asegura.

“Su situación es compleja, quizás el hecho de no tener hijos hizo que se apegara más a la niña”, dice Laura Cruz.

El caso de la familia Paredes no es único. Hace cuatro años, una situación similar ocurrió en Santiago, con el matrimonio de Eduardo Porter y Marcela Castillo, a quienes la Corte de Apelaciones negó la posibilidad de quedarse con una niña que cuidaban y originó que parlamentarios enviaran un proyecto de ley para modificar esta situación.

Según cifras del Sename -del 31 de diciembre de 2012-, en Chile hay 1.754 familias guardadoras, de las cuales el 78,5% tiene el carácter de extensas (con un vínculo de parentesco entre el hogar y el menor) y el 21,5% es externa (el grupo familiar no tiene lazos de parentesco). En promedio, se quedan cerca de dos años con los niños mientras se resuelve su situación legal, afirman en el servicio. El presupuesto para la mantención del programa es de $ 5.200 millones para 2013.

La familia de Gloria Carrasco, dueña de casa de La Granja, fue guardadora entre 2009 y 2011. Ella, su marido y sus dos hijos (de 15 y 19 años) recibieron seis niños en ese lapso. “Fue una linda experiencia, pero uno se involucra mucho y emocionalmente es dura la separación con los niños. Por eso preferí no seguir”, relata.

Los requisitos que menciona Carrasco son: ausencia de situaciones de violencia en el entorno, salud compatible, acuerdo de todos los miembros de la familia e ingresos que cubran las necesidades mínimas para mantener a otras personas. A esto se suma una serie de entrevista sicológicas.

Recuerda que una vez recibió un menor de un año y medio, cuya madre no estaba segura de tenerlo y lo entregó al Sename. No lo tuvo a su cuidado más de dos meses, pero ella y su familia se encariñaron especialmente: “Por su edad, se daba cuenta de todo y fue muy triste la separación. Incluso para él, que no quería volver con su mamá biológica. Por eso prefería recibir bebés recién nacidos que no se percataban de lo que pasaba”.

Laura Cruz, topógrafa de profesión y que se transformó en madre guardadora a través de la Fundación Opción, cuida ahora a un menor de cuatro años. “Cuando llegó hace un año, no sabía hablar porque, simplemente, no le enseñaron. Lo pusimos en una escuela de lenguaje y fue gratificante ver los cambios”, comenta desde el living de su casa, repleto de juguetes, que su hijo biológico comparte con el menor que cuidan.

Cuenta que él le dice tía, pero asegura que eso no siempre ha sido así. La anterior menor, que cuidaba un día, comenzó a llamarla mamá: “Inmediatamente le pregunté a la sicóloga de la fundación qué hacer. Ella lo conversó con la niña, recalcándole que se iría en adopción, y resolvimos que me dijera mamá”.

El caso de Lérida Barrientos, dueña de una pequeña empresa de aseo, es distinto a los anteriores. En su hogar de Punta Arenas cobija actualmente a cuatro menores de hasta 17 años: “He llegado a tener a cinco y mi labor no sólo es darles cariño, sino también adoctrinarlos, enseñarles a cumplir horarios y las reglas del hogar”.

Dice entender lo que sucede con Paredes. “También cuido una niña de un año y la recibí cuando tenía dos meses. Me siento identificada con su historia. Si yo pudiera adoptarla, la adoptaría, pero no se puede”, asegura.

Sename: falta un 60% más de guardadores

El director del Servicio Nacional de Menores, Rolando Melo, señala que se está trabajando desde el año pasado con Unicef para aumentar el número de familias guardadoras. Esto, para ir reemplazando las residencias y dar paso a que los niños de cero a tres años, que requieren estar un tiempo alejados de sus familias de origen, puedan ser recibidos en las casas de personas que los cuiden y no en recintos tipo hogares de menores. La idea, sostiene Melo, es que los recursos que se destinan a las residencias sean redirigidos. “Al menos necesitamos un 60% más de familias de acogida”, afirma.

Fuente: La Tercera

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