La crisis de los hogares sustitutos para niños latinos en EE.UU.

(…) Las estadísticas indican que hay medio millón de menores en estos hogares de guarda o crianza. Y aunque el número ha descendido en los últimos dos años, la proporción de niños hispanos se ha movido en sentido contrario.

Previsiblemente, en los estados con mayores índices de población migrante el problema es más notorio. A la cabeza está Nuevo México, donde los hispanos son 59% del total de menores con familias de reemplazo, según datos de 2009 del programa nacional Kids Count.

California queda segundo en la lista. Aquí, los latinos son la mitad de unos 58.000 niños asignados a estos hogares y en algunos condados la brecha es aún mayor: en Santa Clarita, por caso, el índice se eleva a 61,4%, según el recuento de la Universidad de California en Berkeley.

Así las cosas, varios legisladores estatales se han propuesto trabajar para reformular el modelo de foster care.

          «Hay dos aspectos para atender: primero, tenemos que encontrar cómo proveer mejores servicios para quienes ya están dentro del sistema. Luego, tenemos que delinear estrategias de intervención y educación para reducir el número de niños latinos que ingresa cada año», indicó a BBC Mundo el asambleísta californiano Jim Beall, que lidera el comité especial sobre hogares de crianza.

Barreras culturales

Tal como funciona hoy, los hogares sustitutos se presentan como opción después de probar que un menor está en situación de vulnerabilidad, lo cual se avala –por ejemplo- con denuncias de terceros o reportes de autoridades escolares.

«Se ven desde casos de violencia doméstica, consumo de drogas por parte de los padres o abuso sexual intrafamiliar hasta casos en los que los padres no se pueden ocupar porque tienen tres empleos o no pueden mantenerlos», señaló Beall.

Tras la investigación del caso, los asistentes sociales y los tribunales establecen un «plan de evacuación» para el niño. A diferencia de la adopción, el trámite es acelerado y la custodia puede darse con carácter temporario, en algunos casos sólo por meses.

A la hora de asignar un hogar, los lineamientos del programa indican que se deberá hallar uno que sea compatible con el contexto sociocultural del menor, para hacer menos traumática la experiencia del traspaso.

Pero, en este sentido, los niños latinos no corren con ventaja.

«Las diferencias culturales resultan gravísimas para ellos. Empiezan muchas veces con el mismo sistema de asistencia oficial, donde algunos asistentes no hablan español y evalúan a familias que a su vez no hablan inglés», reveló el parlamentario.

Nueva familia

Sin embargo, las autoridades destacan que el principal problema es la casa de destino: entre quienes postulan para tener menores a cargo –lo que se compensa con un subsidio gubernamental- se cuentan muy pocas familias latinas.

¿El resultado? Quienes salen forzados del núcle familiar deben insertarse en un contexto que les resulta completamente extraño.

«A mí me pasó que no estaba comiendo las comidas con las que crecí y me sentía deprimida. No quería ir a La Misión (barrio latino de San Francisco) por miedo a encontrarme con mi mamá, así que no comía nada. Y eso me pasó a mí que crecí en Estados Unidos y hablo inglés, no me imagino cómo será para chicos que no hablan», relata Méndez.

Hasta llegar a la mayoría de edad, ella cambió de casa seis veces, alternando entre hogares asignados y casas de amigos donde le daban cobijo por temporadas.

«El sistema está bien, pero falta más investigación sobre si los niños se van a sentir bien o no en una casa determinada», señala la joven, que hoy trabaja dando clases de «habilidades de la vida» a menores hispanos albergados en casas de guarda.

Detras de las cifras

Ahora, ¿por qué los latinos son cada vez más en el sistema?

Los expertos apuntan a la realidad económica de este grupo étnico, que exhibe indicadores de bienestar peores a los de otros sectores de la sociedad y, según un estudio reciente del Centro Pew, se reconoce como el más afectado por la crisis económica iniciada en 2007.

La pobreza y la falta de empleo estable ha llevado a familias a dispersarse y, en ciertos casos, a dar a sus hijos temporariamente en guarda.

«Pero no es la única causa. Muchos de los niños que están en el sistema tienen padres en prisión o han nacido de madres muy jóvenes: estas son problemáticas que se ven en las familias latinas en mayor grado que en otros grupos», indica Beall.

La falta de documentos de residencia legal también su impacto: por un lado, porque impide que muchas familias accedan a programas oficiales de ayuda oficiales que permitirían evitar la entrega de hijos a terceros.

Pero, además están las deportaciones de «sin papeles». Al momento, más de 5.000 niños residen en hogares sustitutos después de que las autoridades federales expulsaran o detuvieran a sus progenitores.

Según un reporte del Centro de Investigación Aplicada (ARC, en inglés), los hijos de inmigrantes deportados son los que probablemente queden dentro del sistema de guarda por periodos más prolongados que el resto de los menores.

Fuente: BBC Mundo

 

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