Necesidades de las niñas y los niños adoptados en la escuela

La escuela, junto a la familia, es uno de los contextos socializadores más importantes para el desarrollo de la infancia.

Los menores se encuentran más preparados para incorporarse a la escuela cuando se empiezan a sentir más seguros y queridos por su familia. Cuando llegan a partir de los 6 años, hay que escolarizarlos, pero sería conveniente tener una visión menos rigurosa del proceso de escolarización.

Uno de los cambios que peor viven los niños y niñas en su vida es la incorporación a la escuela. Los menores adoptados son muy sensibles a los cambios y situaciones nuevas, por ello, es aconsejable que se realice lo más gradualmente posible:

• Antes de empezar el colegio: sería aconsejable que los padres, junto al menor, acudieran a conocer el centro educativo, el aula, el maestro/a…

• Comienzo del curso escolar: sería beneficioso que en un primer momento estuviera pocas horas e ir incrementándolas si se observa una evolución positiva en el menor. Si, por el contrario, se encuentra muy angustiado, no es aconsejable dejarlo las 5 horas del horario lectivo ya que seguramente nos está expresando es que necesita estar más tiempo con sus padres para afianzar la vinculación.

En los primeros años de escolarización se debe primar que los menores establezcan una relación segura con su maestro/a y sus compañeros/as, anteponiéndola a los avances académicos: la seguridad emocional es la clave fundamental para el aprendizaje.

Estos menores han vivido en muchas ocasiones unas circunstancias de partida muy desfavorables, así, al incorporarse a la escuela es muy conveniente que se les realice una valoración psicopedagógica para estimar en qué momento evolutivo se encuentran y escolarizarlos en el curso que por su edad madurativa y no cronológica les corresponda. Se deben realizar las adaptaciones curriculares necesarias para cada niño/a.

Las expectativas de las familias y de los profesionales deben estar ajustadas a las necesidades y ritmos de evolución de cada niño o niña. De este modo, si no se desarrollan unas expectativas reales a las capacidades y habilidades de cada menor, se producen unas dinámicas escolares y familiares de exigencia y estrés que pueden provocar estancamientos y retrocesos.

La base de muchas dificultades académicas se encuentra en no haber adquirido un lenguaje cognitivo adecuado y poseer una baja autoestima. Por un lado, hay que diferenciar el lenguaje coloquial y el lenguaje descontextualizado necesario para el aprendizaje. Por ello en algunas ocasiones sería aconsejable tener un apoyo profesional en la adquisición del idioma, sobre todo en niños de adopción internacional. Por otro lado, muchas de las alteraciones que pueden aparecer a lo largo de la escolaridad se encuentran ligadas a la autoestima, ya que los menores en ocasiones no se sienten capaces de aprender.

Muchos menores pueden mostrar problemas de conducta en las aulas debido a la falta de oportunidades de desarrollar las capacidades y habilidades adecuadas en sus anteriores contextos. Para ayudarles a mejorar estas conductas el profesorado debe contar con recursos metodológicos motivadores y realizar a menudo actividades que fomenten las habilidades sociales, la expresión y regulación emocional, la atención, la memoria e impulsividad…

Con frecuencia, los niños y las niñas no saben cómo manifestar verbalmente lo que les pasa y lo hacen a través del movimiento, la agresividad y la tristeza. Antes de etiquetar a un menor como movido, agresivo o depresivo, debemos preguntarnos qué quiere expresarnos con sus cambios emocionales y conductuales.

Vamos a enumerar dos tareas específicas que tienen que ir resolviendo estos/as menores y que pueden dar lugar a cambios en su comportamiento:

a) Identidad adoptiva

Es conveniente saber qué entiende el niño o la niña de su adopción conforme madura cognitiva y emocionalmente para poder comprender sus reacciones y sentimientos. el desarrollo del concepto de adopción se puede dividir en tres períodos:

• Hasta los 6 años de edad, la palabra adoptado/a no tiene todavía un significado claro para el niño que la usa, repitiendo simplemente las historias contadas por sus padres pero integrando el término adopción dentro de sus rutinas diarias.

• Entre los 7 y los 12 años, los niños no sólo diferencian adopción y nacimiento como formas distintas de crear una familia, sino que van descubriendo que ser adoptado/a implica no sólo formar parte de una nueva familia, sino también la pérdida de la familia biológica, lo que puede provocar cambios emocionales en sus comportamiento y actitudes.

• Al llegar a la adolescencia, la construcción de la identidad supone un esfuerzo adicional para los menores adoptados, ya que desconocen datos sobre su vida previa a la adopción, sus orígenes y familia biológica, y es posible que sientan por ello mayor inseguridad.

El profesorado debe acometer el tema de la adopción con todo el grupo-clase a través de actividades de diversidad familiar ajustadas a cada nivel o edad. Para ello podríamos explicar las diferentes familias que nos podemos encontrar (monoparentales, reconstituidas, adoptivas…) y resolver todas las dudas que surjan.

b) Identidad étnica y cultural

Las niñas y los niños adoptados son pronto conscientes de las diferencias físicas con sus padres y con el resto de personas de su entorno, como sus compañeros de clase, especialmente en la adopción interétnica. La comprensión de las diferencias pasa por varias etapas;

• Alrededor de los 3 y 4 años, empiezan a percibir que hay personas con la piel negra o blanca, el pelo rizado o liso, distinguen poco a poco las diferencias físicas.

• Entre los 4 y los 7 años, empiezan a entender que las diferencias físicas van unidas a prejuicios y actitudes que en la mayoría de los casos suelen ser negativas.

• Y es en la adolescencia cuando se comienza una valoración de las ideas que se han ido formando a lo largo de la infancia en relación a las diferencias.

Se debe hacer una buena acogida de las emociones cuando los niños y niñas se sientan diferentes, así como mantener un buen clima de comunicación. Es conveniente que se respeten y se acepten sus diferencias físicas o étnicas y culturales, para lo que sería fundamental trabajar con el grupo de clase la diversidad cultural y étnica, sin centrarnos sólo en la cultura y etnia de la niña y  niño adoptados.

Fuente: Adopción, Acogimiento y Escuela. Guía para la comunidad educativa. Págs. 18, 19 y 23. Asociación Andaluza de Ayuda a la Adopción y a la Infancia (LLAR)

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