Conflictos con hermanos biológicos y adoptados

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La incorporación de un hijo adoptado a una familia que ya tiene hijos biológicos puede provocar un desajuste en la dinámica familiar, que seria el ajuste normal que se produce ante cualquier cambio, y que necesita un tiempo para que cada miembro encuentre su propio espacio.

Las reacciones mas frecuentes que presenta el hijo biológico ante la llegada de su hermano adoptivo son las mismas que se producen entre hermanos de los mismos padres, como pueden ser celos, rabietas, conductas más infantiles, como volver a mojar la cama, pedir de nuevo el chupete o llamar la atención constantemente, entre otras.

A veces la situación de adaptación de un hermano adoptivo a otro biológico se complica y los padres se sienten culpables por hacer pasar a su hijo biológico por una situación que le hace sufrir. Para evitar esto, es necesario preparar el terreno para que el biológico no se sienta desplazado con la incorporación del menor; se le puede hacer que participe en los preparativos previos a la llegada, se le puede conceder una atención especial. Si se va a otro país a por el menor, seria adecuado llevar al hermano para que esté presente en todo el proceso y colabore activamente en él. Pero lo más importante es estar atento a sus miedos y sentimientos, dándole la oportunidad de que los exprese para así calmar su angustia.

Un error común de los padres es sobreproteger al hijo adoptivo en un intento de reparar su pasado, con lo que ellos mismos favorecen la aparición de celos y rivalidad entre hermanos.

Los padres deben tener claro que los limites y las normas deben ser iguales para todos sus hijos, respetando las edades de cada uno. De esta manera les transmitirán seguridad y evitaran enfrentamientos fraternos.

Una situación temida entre las familias mixtas es cuando el hijo biológico le dice a su hermano que no es un verdadero hijo, porque no estuvo en la tripa de su mamá. En este caso, los padres no deben regañar ni dramatizar, sino afrontar dicha situación con tranquilidad, y hablar con sus hijos, decirles que ambos han sido deseados, que cada uno ha llegado de una forma diferente, y que les quieren a los dos. Para minimizar conflictos, hay que evitar las comparaciones, cada hijo es como es y así se le quiere. Los padres deben entender que nunca se quiere a los hijos de la misma manera. Cada uno es de una forma diferente, es único, y como ser único y especial se le quiere.

Hay parejas que no pueden tener hijos, y debido a su infertilidad adoptan, pero después se produce un embarazo y tienen un hijo biológico. En estas situaciones puede ocurrir entre los hermanos todo lo mencionado anteriormente, siendo el hijo adoptado el que exprese con más vehemencia los celos.

Pero el mayor problema en este caso seria que los padres, cuando adoptaron a su hijo, no hubieran hecho una verdadera renuncia al hijo biológico, siendo el adoptado un sustituto de aquel. En este caso los padres podrían volcarse en su hijo biológico depositando en él todos sus deseos y expectativas positivas y rechazando a su hijo adoptado. Este rechazo no seria explicito, podría ser inconsciente, manifestándose en detalles imperceptibles, pero que no pasarían desapercibidos para el hijo adoptivo.

Este rechazo se transmitiría al hijo biológico, quien podría actuar de la misma forma que sus padres ante su hermano, provocándole mucho dolor y sufrimiento. Por todo ello, es muy importante que cuando se decida adoptar un menor, se tengan ya hijos biológicos o no, se haya hecho una verdadera renuncia a la paternidad biológica.»

Montse Lapastora
Revista “Mujer Hoy”

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