“El niño adoptado es un niño como cualquier otro, con sus particularidades”: un principio básico cuya aplicación resulta a veces difícil

Un niño adoptado es un niño como los otros, pero con particularidades. Esta es una frase constantemente repetida por los participantes de la adopción. Muestra la importancia de cuidar de un niño adoptado como de cualquier otro niño, a la vez que se asume su pasado y se es consciente de las necesidades específicas que puede tener.

Aunque este principio básico está lleno de sentido común a veces resulta difícil llevarlo a la práctica. En una sociedad mundializada que paradójicamente deja poco sitio a la diferencia, las  particularidades del niño adoptado suscitan aún con demasiada frecuencia comportamientos inadecuados, generalmente por falta de conocimiento o información, sobre todo cuando las particularidades del niño son visibles.

Los comportamientos con empatía exagerada

Además de las actitudes racistas y discriminatorias que figuran obviamente en el registro de los comportamientos imperdonables, otros comportamientos menos obvios pueden ser muy hirientes. Así pues, una solicitud demasiado marcada o una empatía exagerada respecto a un niño adoptado pueden resultar inadecuadas, al recordar constantemente al niño su diferencia. No es raro observar una actitud bien diferenciada del entorno de una familia adoptiva respecto al conjunto de hermanos/as, dependiendo de si se trata de un hijo biológico o adoptado. Por ejemplo, son numerosos los que tienden a ser mucho más comprensivos con un niño adoptado “ya que el pobre ha vivido ya cosas tan difíciles” o “porque los adoptados tienen a menudo un carácter difícil”. Estas actitudes nacen obviamente de una buena intención, pero raramente ayudan al niño a integrarse en su medio, a desarrollarse y a encontrar plenamente su sitio “de niño como los otros”. Tienden más bien a hacerle prisionero de su diferencia y a mantenerle en una posición de debilidad y en una situación difícil.

Los comportamientos vectores de clichés

Como lo destaca Marie-Josée Lambert, autora del libro “la adopción y el aprendizaje”, para algunas personas, el niño adoptado es portador de un tesoro cultural exótico que les fascina, marcando así al niño con los clichés vinculados a su origen. La niña china debe así ser disciplinada y sacar buenas notas en clase, el pequeño etíope debe ser rápido en las carreras, la joven brasileña debe tener el ritmo en la piel… Aquí también, estos comportamientos tienen consecuencias para el desarrollo de la identidad del niño, ya que le incitan implícitamente a parecerse a la imagen que se tiene de él y le dificulta la construcción de una imagen realista de si mismo. Esta conducta puede ser todavía más perjudicial ya que los clichés en cuestión pueden ser muy negativos.

Por último, se sigue constatando con demasiada frecuencia que los medios de comunicación tienen también tendencia a subrayar el “estatus” de adoptado cuando los hechos diversos implican a una persona que lo ha sido, aunque esta filiación no tenga ninguna relación con los acontecimientos relatados.

Particularidades no asimiladas en el sistema

Para que un niño adoptado pueda ser considerado como los otros e integrarse perfectamente en la sociedad, también resulta importante que las particularidades de la adopción estén asimiladas a todos los niveles del sistema social y administrativo. Es especialmente importante, que las distintas administraciones públicas y privadas hayan adaptado sus procedimientos y formularios para incluir este método de filiación. Como ya lo hemos destacado en varias ocasiones, también sería importante que la escuela incluyese la adopción como un vínculo más de filiación cuando se abordaran, entre otras cosas, las cuestiones relacionadas con la genealogía.

Los profesionales de la salud también deberían ser informados sobre las particularidades de la adopción para poder aportar a los niños interesados los cuidados apropiados (por ejemplo antecedentes médicos familiares, alergias…)

Una mejor sensibilización de la sociedad todavía necesaria

Desafortunadamente, a la hora de las gestiones administrativas o de otro tipo, los niños adoptados todavía se ven demasiado a menudo confrontados a los fallos del sistema o a exigencias inadaptadas a su particularidad.

Por ejemplo, cuando un cuestionario pide un lugar de nacimiento, responder por el país de origen del niño adoptado va a conducir automáticamente hacia un procedimiento aplicable a los extranjeros. En cada uno de estos obstáculos, se devuelve al niño a su condición de adoptado lo que puede hacer reaparecer heridas internas.

En este contexto, parece fundamental sensibilizar todavía más a la sociedad respecto a la realidad de la adopción y a las necesidades de los adoptados, y esto a todos los niveles. Los profesionales y participantes de la adopción pueden contribuir difundiendo un máximo de información a través de los medios de comunicación, las publicaciones y durante la preparación de los candidatos adoptantes. En cuanto a los otros trabajadores sociales y profesionales de la salud y de la educación deberían recibir una formación mínima sobre la adopción durante sus estudios con el fin de conocer las características principales de esta filiación. Las autoridades y personas encargadas de las distintas administraciones también desempeñan un papel en la promoción y en la aplicación a todos los niveles de los principios éticos y legales en vigor en lo que a adopción se refiere. Por otra parte, resulta importante que los padres adoptivos se atrevan a involucrarse más en la sensibilización de su entorno cercano para que su hijo se integre de la manera más natural posible. Además, una buena cooperación del conjunto de estos participantes de la adopción es esencial para que el niño adoptado encuentre plenamente su lugar en la sociedad.

Fuente: SSI/CIR

Septiembre 2009

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