¿Cómo hacer que el niño te adopte?

Todo cambio en la vida de un ser humano necesita un período de adaptación que se acentúa cuando el niño, que ya ha sido una vez abandonado, llega a su nuevo hogar. Un encuentro no siempre fácil para los padres adoptivos, que no saben cómo manejar la situación.

Pensamos que le estamos dando una vida mejor, un hogar seguro, una familia y un entorno adecuado para su crecimiento y, sin embargo, durante el período de adaptación sus reacciones a veces desconciertan: llora, grita, se muestra agresivo, hiperactivo o rebelde. Ello puede generar estrés y ansiedad en los padres, que no saben qué actitud tomar. ¿Cómo hacerle entender que le queremos? ¿Cómo calmarle? ¿Qué sufrimientos esconde su comportamiento? “Convertirse en padres adoptivos no es difícil, pero sí complejo –señala Rosa Mora Valls, psicóloga clínica y codirectora del Centro de Recursos para la Infancia y la Adopción(CRIA)–. Estos niños han padecido situaciones de carencia y abandono, por lo que llegan a la familia adoptiva con necesidades específicas. La familia deberá realizar una función reparadora”, analizan Rosa Mora y Jesús Palacios, catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla.

La dificultad de ser adoptado

. Temor al cambio. La adopción, una situación de cambio drástico para el niño, constituye un momento difícil para él, sobre todo si ya tiene edad de comprender. El ambiente, la vida cotidiana y las relaciones con adultos que ha tenido hasta entonces son muy diferentes a los de la nueva familia. No sabe qué es vivir en familia, qué se espera de él, ni tampoco qué puede esperar él de los adultos. Esta ansiedad puede expresarse mediante miedo, rechazo, perplejidad, etcétera. . Período de regresión. Como todos los niños, a veces el hijo adoptado necesita volver a una etapa anterior de su vida, porque la que comienza le resulta muy complicada. Es lo que en psicología infantil se conoce como regresión. Puede buscar ser el bebé o el niño querido que no ha sido, los brazos y los mimos que no ha tenido. Con ello está cubriendo una etapa de carencia infantil. . El duelo del pasado. Miedos, pesadillas, rabietas…, aunque el niño haya sido adoptado siendo sólo un bebé, lleva consigo una mochila existencial que puede aparecer en los momentos más inesperados, lo que probablemente provoque inquietud y desconcierto en los padres. Ante el abandono que ha vivido se siente culpable (le han abandonado porque no era digno de ser amado) y, al mismo tiempo, furioso. Por eso probará la solidez del amor de sus nuevos padres con comportamientos difíciles.

Consejos a lospadres adoptivos

. Favorecer el contacto. Estos niños sufren en su mayoría una falta grave de caricias, de contacto humano. Establecer este contacto puede resultar difícil al principio y aún más si el niño adopta una postura de rechazo hacia sus padres adoptivos. No hay que obligarle, pero sí conviene ir propiciando el acercamiento poco a poco: primero un beso, luego una caricia en la mejilla, después un abrazo. Crear un vínculo lleva tiempo: ya ha sido abandonado una vez; teme un nuevo abandono. Por eso necesita el calor humano y la seguridad afectiva que proporcionan los mimos. Y hay que dárselos con cariño y con paciencia. . No esperar reconocimiento. La relación con el niño adoptado tiene que caminar hacia la normalidad y del mismo modo que los padres no esperan de un hijo natural un agradecimiento especial, tampoco lo deben esperar del adoptado. El psicólogo Javier Urra desaconseja que se adopte a un niño sólo por solidaridad, porque esto puede entrañar serios riesgos, como una adopción fracasada, sobre todo si el niño muestra alguna particularidad inesperada o no deseada que desmorona el esquema paterno de una adopción fácil, poniendo en peligro su continuidad en la familia. . Busca de sus orígenes. chos de estos niños, al llegar a la adolescencia, atraviesan una crisis de identidad. Esta crisis se manifiesta, entre otras maneras, en un deseo de saber quién era su familia biológica. Los padres temen la llegada de este momento porque piensan que su hijo les va a dejar de querer. Sin embargo, lo que busca en realidad es reconstruir el puzzle de su pasado.

Hablar de la adopción

En las familias, la mentira y el ocultismo de los hechos importantes generan graves conflictos en las relaciones. En cambio, decir la verdad, por difícil que sea, fortalece los vínculos y genera confianza en la relación padres-hijos. El psicólogo Miguel Ángel Conesa recomienda abordar el tema en función de la edad y de la sensibilidad del niño.?“Aunque en un primer momento disfrazar la verdad pueda parecer la mejor opción, nunca lo es a la larga. Al dolor de la sensación de abandono no hay que añadir el de sentirse y saberse engañado”. Su recomendación es, pues, ser sinceros con él, dando toda la información que pueda asumir. Esta obligación de contar todo lo que se sepa si el niño lo pide, sin guardar secretos y sin ocultar información, como señala Conesa, está incluso consensuada en unas reglas éticas. La Organización Europea de Adopción (EURADOPT), defiende que “cada menor adoptivo tiene derecho a tener acceso a la información relativa a sus antecedentes. Esta información se debería presentar al menor conforme a su edad y nivel de comprensión, pero no cuando esta información pueda dañar su interés”. Conesa aconseja no tomar este interés por sus orígenes como un rechazo a los padres adoptivos, sino como una necesidad de reconstruirse. Éstos deben demostrarle que su amor hacia él es incondicional y no está ligado al lazo biológico. Así ayudarán al hijo a sentirse querido e integrado, sin renunciar a sus orígenes ni a su identidad.

Fuente: ELLE

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