¿Y si no me quiere?

La ECAI Balms, Fundación Balms para la infancia, expone en su página web varias reflexiones y consejos interesantes y útiles sobre la adopción.

Uno de los temores frecuentes en las familias que viajan en busca de sus hijos/as adoptados es el temor a ser  rechazados. Por este motivo he seleccionado este pequeño artículo. Es importante que tengamos en cuenta que ” dar y recibir afecto” es una conducta aprendida. Tenemos que enseñar a nuestros hijos a leer, a escribir, a ser correctos, justos y también nos toca enseñarseles a quererse y a querer a los demás.

El problema habitual en los padres de los niños y niñas  adoptados es la incertidumbre que refiere esta pregunta, ¿Serán nustros hijos capaces de dar y recibir afecto a pesar de lo que han sufrido?

La respuesta es sencilla

Si vosotros los padres y nosotros los profesionales sabemos cómo  enseñarles a  hacerlo será una respuesta afirmativa en todos los casos.

“Pienso que mi hijo no me quiere

Es frecuente que en los primeros momentos de la integración con los niños/as adoptados, los padres adoptivos se sientan preocupados porque sus afectos puedan ser rechazados. La privación de los afectos maternales de los niños adoptados, podría ser una de las causas  que originan las inadecuadas experiencias afectivas de los niños/as provocando una reacción defensiva de estos ante sus nuevos padres.

Los padres, en su deseo honesto de arreglar lo que el niño ha perdido en sus años de carencias, intentan nutrir el amor y la estimulación perdidos, pero son experiencias que el niño nunca ha tenido antes y la introducción de estas atenciones debe ser gradual. El niño ante estas “buenas intenciones” se siente amenazado, inseguro,en una situación desconocida para él que le genera angustia y por este motivo llora.

Los padres deben ser conocedores de estos aspectos y deben estar preparados para esta potencial conducta del menor. Algunas familias intentan dar el confort familiar (contacto afectivo, besos, abrazos) de manera forzada,  cuando las capacidades del niño para este tipo de acciones que forman parte del cuidado familiar, aun no están formadas.

Existen métodos que han sido desarrollados con gran éxito como es el de proporcionar una amplia gama de actividades y de juegos que realicen juntos la madre, el padre y el niño. Así, como ejemplo, el empleo de juguetes infantiles que impliquen texturas diferentes, colores, ruidos y música en actividad con los padres permitirá al niño crear una red de seguridad, de conexión con sus padres, diferente de la anterior estancia solitaria del menor como habrán sido sus experiencias más tempranas. Esos contactos son los acercamientos previos que se requiere  para que las conductas de afecto del niño como un abrazo de larga duración o tener al niño en el regazo tranquilamente, ocurran sin forzar la situación.

 

Los niños pueden seguir en esta actitud defensiva e inconsolable, pero los padres deben seguir proporcionando el constante contacto y calor humano. En estos casos,  los padres tienen que aumentar su dosis de paciencia y de tolerancia, ya que no es recomendable delegar estas labores en personal contratado u otros miembros de la familia. Con constancia, gradualmente el niño vencerá este “modelo defensivo” y aprenderá a hacerse un niño sano y seguro.

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