Una familia acogedora relata su experiencia

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Es una realidad que la mayoría no se plantea. Cientos de niños y niñas en Granada viven en centros de acogida. Sus núcleos familiares no han sabido darles una infancia digna: madres solteras que no pueden hacerse cargo; minusvalías que impiden sus cuidados; padres que no consiguen salir de las drogas; maltrato psicológico y físico,… Infinidad de razones que obstaculizan la base de la vida de un crío, su infancia.
En estos casos, la Junta de Andalucía asume la tutela de estos niños. En Granada la administración ha confiado a Aldaima la gestión de sus Programas de Acogimiento Familiar de Menores con el único objetivo de ofrecer un «recurso de protección a la infancia», dice Karima El Harchi Biro, presidenta de Aldaima. Durante el pasado 2012 un total de 341 menores fueron acogidos por familias granadinas, algo más de un ocho por ciento respecto al año anterior.
«La acogida no significa sustituir a la familia de origen», explica Karima, si no que ofrece a estos menores la posibilidad de crecer y desarrollarse en un núcleo familiar estable tras sufrir el trauma que supone separarse de las personas que lo han traído al mundo. La familia acogerá al niño «aceptando que tiene un pasado, sin juzgarle por ello y comprometiéndose a cuidarlo». Además, desde Aldaima fomentan el contacto con la familia de origen (hermanos mayores, los abuelos o los padres biológicos), siempre y cuando sea beneficioso para el menor.
«Un diez y medio»
Ana y Adolfo hace casi dos años que acogieron en su familia a Jesús. Después de criar a sus dos hijos, ahora universitarios, a este matrimonio de 48 y 51 años le entró el gusanillo de aumentar la familia. La idea inicial comenzó con la adopción. Tras superar todo lo necesario para obtener la idoneidad, la simple información a través de un folleto les hizo cambiar de parecer. El hecho de que con una acogida, no solo cumplían su deseo, si no que además ayudaban a cambiar la vida de un niño, les hizo dar el gran paso.
«El principal temor era que Jesús se sintiera diferente a nuestros hijos biológicos». Hay que pensar que se trata de un menor que proviene de unas circunstancias complicadas, por lo que necesita mucha comprensión. A Jesús se le cambia la cara cuando se hace referencia a su familia de origen. «Oye, que yo no tengo la culpa de que el Barça vaya a perder», frase con la que Adolfo consigue arrancarle la sonrisa al que considera su hijo. Es el único defecto que tiene, ser culé», bromea el padre de acogida.
Nadie puede si quiera imaginar lo que este crío de 12 años ha sufrido: unos primeros años de vida nada buenos, para estar durante tres en un centro de acogida. Con su anterior familia de acogida no cuajó, y con esta al fin es feliz. «Un diez y medio de contento», dice Jesús. El chiquillo se lleva estupendamente con sus dos hermanos, Martín y Adolfo con los que comparte varias aficiones como el padel y el baloncesto.
Su hermana biológica, un poco más pequeña que él, también vive con otra familia de acogida y tienen una relación muy estrecha con Ana y Adolfo, eso les sirve para apoyarse mutuamente. Hace poco que los dos hermanos disfrutaron juntos de un fin de semana en su casa. «Sus abuelos biológicos muestran mucho interés por verlo y saber de él», algo que este matrimonio ve muy positivo para Jesús. «Cuando sea más mayor tendré el teléfono de sus abuelos para hablar con ellos».
Cuenta Adolfo que al principio Jesús tenía unas reacciones muy fuertes, estaba como «descolocado. Su escudo cuando algo no le gustaba era decirnos: no me lo dais porque soy especial». Este matrimonio afirma que Jesús es muy cabezón, pero «la paciencia es algo que desarrollas a la fuerza» y con ella han logrado que sea más razonable. Tal y como dice Adolfo, no es una situación fácil, «todos los procesos de adaptación son difíciles, pero merece la pena vivir esta experiencia» que aporta tantas cosas positivas. Su mujer, Ana, se emociona al hablar de ello: «Estás criando a una persona igual que si fuera tu propio hijo. Desarrollas un amor incondicional que tienes que dar a una persona que viene de fuera. Un sentimiento que te surge, que cada día crece más» y consigue que Jesús sea un miembro más de la familia.
Más información
Estos menores son totalmente conscientes de su pasado y de su presente. Ellos lo han vivido y lo han sufrido. «Es importante que lo sepan para afrontar mejor la realidad», afirma Clara, una de las trabajadoras sociales de Aldaima. Se supone que este programa va destinado a los menores y que cuando cumplen la mayoría de edad deciden si seguir con la familia o no. «El roce hace el cariño, y rara vez se marchan del que ya consideran su hogar».
Lo que dure el proceso depende de cada caso. Normalmente, la Junta pone en conocimiento de la asociación los niños en acogida. Tras estudiar las circunstancias, la asociación tiene la complicada tarea de captar y buscar a las familias con un perfil determinado. Da igual que sean parejas o solteros, con o sin hijos. Después de los papeleos pertinentes y las entrevistas para conocer a la futura familia, estos pueden ofrecerse para una acogida simple, urgente o permanente. En cualquier caso, «ejerces la solidaridad ofreciendo el calor de tu propia familia».
Para más información pueden consultar la web de Aldaima (www.aldaima.org) o llamar al teléfono gratuito 900 10 14 38.
Fuente: Ideal.es
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